XXVIII

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Si alguna vez creí que la mansión era la más grande, me equivoque

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Si alguna vez creí que la mansión era la más grande, me equivoque.

El joven Lowell abrió las rejas y pidió que pasáramos.

El jardín era una enredadera y el patio se encontraba sin ningún arreglo más que el de una maceta tirada.

— no habíamos venido desdé hace diez años, esta casa debe estar peor por dentro—comentó el Joven Lowell.

Toco la puerta con fuerza hasta que esta abrió, un hombre nos inspecciono con la mirada para luego dejarnos entrar.

—Habitación 55, ahí está todo lo que necesitan, yo me retiro—dijo entregándole unas llaves al joven Lowell.

—gracias, señor...

El hombre salió apresurado cerrando la puerta.

—Sofia, lleva a la señorita Jade a la habitación más cercana a la tuya, pronto llegaran unas criadas que alistaran la comida para que puedan deleitar sus paladares, permiso...

Se retiró con una sonrisa, una que no me agrado.

— señorita Jade, acompáñeme...—pidió el conde Drácula.

Asentí con la cabeza siguiéndolo al jardín de la mansión.

— Le pido que se vaya— amplíe los ojos al escucharlo, creí que me negaría escuchar cualquier idea del joven Lowell, todo, menos que me pidiera irme.

— el joven Lowell me pidió que viniera, no me iré si eso es lo que quiere.

— Jade, por favor... Vete...

— ¿por qué?

Sus ojos se clavaron en los míos mientras sus labios se cerraban sin decir ninguna palabra más.

— ¿tan difícil es dar una explicación?

— No quiero que te pase nada...—sus manos tomaron las mías— Jade... Vete...

Mire hacia la casa, esto era parte de él, si lo que quería era que no lo conociera lo entendí pero quería que él me lo dijera.

— Drácula, entra a la señorita— Lowell salió de la mansión molesto y acercándose a mí.

— Cállate—gruño el conde molesto.

Lowell tomo mi brazo apartándome de él y entrelazando nuestros brazos.

Mire para atrás observando como el pecho del conde Drácula subía y bajaba, su respiración era brusca y sus nudillos estaba rojos.

Volví la vista al frente mientras Lowell caminaba más rápido dándome una vuelta por el jardín.

— ¿Le pidió que se fuera?— preguntó Lowell.

— si.

— ¿le obedecerá?

La Institutriz de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora