Inestable

36

La mirada del joven noruego se encontraba encajada en aquella pared fría, sin mover sus pupilas o su cuerpo adormecido.

Mientras que los movimientos del menor de ellos se podían escuchar con facilidad, el sonido del líquido y el como la tomaba hasta alejarla, haciendo el mismo procedimiento una y otra vez.

Los ojos grises estaban tan secos y su corazón dolía. No le gustaba recordar, más no lo podía evitar.

Quisiera que su pasado fuera una enorme mancha negra, imposible de visualizar en su mente, pero para su mala suerte era tan clara que incluso podía sentir lo que alguna vez sintió.

Tom, quien se encontraba a un lado suyo, dirigió su mirada a él, notandose confundido por su comportamiento tan tranquilo.

-¿Qué tienes, Commie?- preguntó con voz vaciladora, pues su ataque de depresión pasada sumada al alcohol lo hacía vulnerable a la inconsciencia como a cualquier otro.

-Nada...- respondió, dejando al final un gran hilo de voz.

El de azul suspiro, siempre pasaba lo mismo. Ambos tomaban, hablaban como viejos amigos hasta que el silencio llegaba y al final Tord se deprimia, poniéndose irritable. Era un ciclo sin fin...

Las horas pasaron, y con ello se llevo al día, posicionandose la Luna en el cielo oscuro.

Tom se levanto, viendo al noruego ya dormido. Nuevamente soltó un gran suspiro, tal vez de desesperación.

¿Cuánto tiempo lo tendría que seguir ayudando?, ¿hasta que terminará de usarlo?, ¿cuándo sería ese día?

Varias preguntas desde entonces quedaron encajadas en su mente, observando el comportamiento del noruego cual psicólogo, tratando de responder aquellas incógnitas en su cabeza.

Pero entonces las semanas transcurrieron, unas más tranquilas que otras con peleas de por medio. Pequeñas riñas que se daban entre ellos cuando el ambiente era tenso e incómodo. El verse la cara todos los días, estando solos sin sus otros dos amigos, era algo raro entre ellos, pero poco a poco iban acostumbrandose y sin que ninguno de ellos se diera cuenta, transcurrió un mes.

-¿Sabes algo de Edd?- preguntó Tom, quien se encontraba al lado de Tord, ambos sentados en el mismo sofá, viendo y escuchando la televisión.

-No- respondió el de rojo sin mirarlo.

El de azul decidió mantener el silencio antes de volver a hablar, recordando lo que había pasado días atrás.

-¿Quieres ir a visitarlo?- Tom miró a Tord, quien ahora miraba al techo.

-Tal vez...- contestó, dejando confundido a Tom.

-¿No estás seguro?- volvió a cuestionar, examinando las expresiones del contrario, quien solo mantenía su cara neutra.

Tord suspiro, levantándose de su asiento para dirigirse a la cocina. Tom siguió con la mirada al de rojo, molestandose por el hecho de que nunca le respondió. Le había ignorado.

El de cabellos de punta nuevamente miró la televisión, bebiendo de la botella de alcohol, sin tener un minimo interés en lo que transmitían, por lo que la apago.

Sacó su celular del bolsillo de su sudadera, prendiendolo y entrando a aquella gran plataforma donde millones de personas usaban su tiempo socializando tanto con conocidos como desconocidos; aquél con logo de "F".

Fue bajando poco a poco, viendo las noticias y publicaciones que hacían las personas que seguían.

"¿Eres una persona inestable? ¡Descúbrelo en este test rápido y sencillo!"

Y antes de que su dedo nuevamente lo deslizara hacia arriba, un grito hizo que lo asustara, haciendo que su celular golpeara su pecho.

-¡¿Qué mierda?! ¡Maldita sea, ya no hay tocino!- grito Tord desde la otra habitación, provocando que se generará un interés en el de azul por picarle a aquél botón.

"Iniciar test".

Poso sus cuencas, ojos, -lo que sean-, sobre aquel aparato, contestando todas aquellas opciones basandose en el comportamiento del nuruego. Todas eran fáciles de responder, ahora se daba cuenta de que conocía bien a su enemigo.

Y antes de haberlo pensado, un gran historial de tests de inestabilidad emocional e incluso información acerca de aquello, estaban en la barra de búsqueda de su celular.

¿En que momento nos perdemos a nosotros mismos? Solo para buscar a los demás.