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El pasillo blanco y desolado desde luego es escalofriante, sumándole los murmullos y pensamientos que atraía ese lugar para aquellos que específicamente les disgustaba estar en el hospital. Además, incluso si había un ruido lejano, como de personas caminando, gobernaba una tranquilidad inquietante y desagradable difícil de explicar; al menos así era para Tom que se encontraba solo.

Desde que fue cerrada aquella puerta, luego de soltar maldiciones, se mantuvo quieto. Su poca moral le decía que se fuera y no se metiera en los asuntos que no le importan, sin embargo... ¿ya había dicho que en su otra vida posiblemente fuera una vieja chismosa? Bueno, ahora se confirma.
Tratando de justificarse e ignorar la ansiedad de mantenerse en ese lugar, primero pensó que hablarían de un favor que estaba conectado con la salud de Edd. Tord era un inútil, no podría hacerlo, ni siquiera puede cuidarse a sí mismo; lo podía probar con tan solo recordar todas las veces que tuvo que decirle a ese imbécil que comiera.

Tom miro en dirección al camino que se supone que tenía que seguir... Matt ni siquiera miro dos veces antes de continuar caminando y hablando solo; posiblemente seguiría así hasta llegar a casa. El de cuencas nego con la cabeza, pensando que sus amigos eran solo unos tontos sin remedio.
Aparto su mirada una vez que el pelinaranja doblo por una esquina y conectó su oreja con aquella puerta, esperando escuchar la conversación de adentro, en cambio, solo escucho la risa del comunista y luego un silencio. Por alguna razón, sintió que se burlaba de él y se molesto.

¿De qué se reía ese idiota?

—Entonces... Agh, al grano, he notado que tienes algo, ¿qué te pasa?— oyó, adivinando que aquella voz provenía del adicto al refresco. Inmediatamente olvidó su enojo y agudizó su oído.

Tom entrecerró los ojos, por supuesto que algo le pasaba a Tord. Antes había tenido un presentimiento; él parecía distraído, era muy silencioso y estaba muy tranquilo, de cualquier forma, trato de ignorarlo, le convenía que ese hijo de puta no hiciera un destrozó por un simple pensamiento, además, si decía algo posiblemente las cosas entre ellos se pondrían tensas... Y viviendo en el mismo departamento... ¡No por favor!
No era necesario meterse, convenciéndose de que no le importaba mientras no se matara. Prefería ignorar y no arruinar esa tranquilidad entre ambos, aunque sabía que en cualquier momento terminaría por uno de los dos.

—Es algo difícil.

—Aja, sigue.

El de sudadera azul admiro el atrevimiento de Edd, no era la primera vez, pero parecía que nunca le temía a nada. En la casa, cuando vivían juntos, era tabú ver a un Edd enojado luego de hablar con Tord o incluso con él, y extrañamente se le pasaría y volvería a su faceta despreocupada, siempre era raro pero sabía que su amigo es muy, muy indiferente ante los problemas.
Por otra parte, le era aún más sorprendente escuchar al de cabello de cuernos con intenciones de continuar. ¿Le contaría? ¿Incluso sin necesidad de estar ebrio? Una pizca de incomodidad lo invadió, molestándole sin razón alguna o desconocida.

—Quisiera arreglar todo, es decir, creo que desde un inicio es mi culpa.

—¿De qué hablas?

Trago saliva.

Sintió que está vez debía retirarse, pero sus pies no se movían ni su cabeza parecía apartarse de aquella puerta hasta que noto que el silencio volvió a aparecer, haciéndose extensa. Tom se maldijo y nego con la cabeza. Miro hacia ambos lados, temiendo ser descubierto y juzgado, luego volvió a poner la oreja aún sin escuchar nada.

Su expresión se contrajo. Pensó que estar adentro posiblemente era incómodo, incluso sin estar ahí ya se sentía incómodo. ¡Hablen de una vez, carajo!
Debió saber que aún a pesar de tener intenciones de revelar sus razones, le sería tan complicado hacerlo.

—Olvídalo...

Tom en su cabeza estaba lleno de maldiciones e insultos. Si tuviera al comunista enfrente, lo golpearía. Espero tanto, y aún así...
Reflexionó sus acciones y determinó que había tenido suficientes quejas por hoy, además, si la conversación había llegado a su fin, Tord saldría y lo atraparía. Había olvidado completamente su excusa principal... ahora ya no tenía nada que ver con un favor.

—Escúchame Tord,  y espero que realmente lo hagas...

En un intento de retirarse aparto la oreja, pero la voz seria y clara del castaño hizo que la curiosidad volviera a él, incluso si ya había pensado que era suficiente...
Ahora se maldijo a si mismo y a su maldito cerebro, ¿qué es lo que lo mantenía aquí? En cualquier caso, ¿qué era lo que realmente le interesaba?

Su mente pronto le lleno de ideas para golpearse a sí mismo.

—La vida no todo el tiempo te está jodiendo, hay momentos buenos y malos...— hizo una pausa— momentos felices, solo que tú no los quieres ver.

Sus cuencas se abrieron y no pudo evitar  tener una mirada lastimera.

Es sorprendente como una simple frase puede provocar un desorden en una persona.

Tom recargo su cabeza a la puerta, en un intento de aliviar sus pensamientos.
Edd no se equivocaba, él mismo se había hecho está idea últimamente, pero era realmente difícil de continuar de esa forma, porqué para él la vida no es más que cansada. Sus últimos intentos de arreglar sus problemas terminaron en una adicción al alcohol, un odio irremediable a sí mismo y hacía los demás. Las expectativas solo eran una forma más de destrozarse, así que siempre trataba de no hacerlas...

Buenas o malas, todas daban igual, siempre terminaría en el mismo punto o empeoraría.

¿Por qué intentarlo?

—¿Tú qué sabes?

Tom inconscientemente estuvo de acuerdo con el noruego. Una persona destrozada como ellos jamás diferenciaría un buen momento de uno malo. Los días son simplemente monótonos o aburridos, dónde el respirar solo significaba un momento más de dolor y resignación.

—Caer, levantarse y aprender es vivir, Tord. La vida no es buena ni mala... es solo... ¿vivir?

¿Levantarse? No es sencillo; es fácil decirlo, pero es difícil hacerlo. Él más que nada sabía el sabor del fracaso, la desesperación de intentar levantarse y recibir otro golpe de la vida.

Se sentía patético ahora.

—Nos vemos luego.

—Espera...

Sus cuencas se abrieron de golpe, la piel se erizo y su corazón se detuvo. En un movimiento rápido se alejo de la puerta, olvidando así todo su pesar anterior.

Miro nervioso como aquel sujeto giraba el picaporte y salía de aquella habitación al unísono que él mismo creaba excusas para ocultar su evidente espionaje en conversaciones ajenas.

—¡Hey Commie!— saludo con indudables deseos de huir, pero con la obligación de caminar hacia él creyendo que de esta forma se disimularía su reciente acecho.

Tord, sin embargo, estaba tan sumergido en sus propios pensamientos que no noto la presencia del alcohólico; no antes de ser llamado. Miro extrañado al contrario, exigiendo una explicación con un rostro que trataba de reflejar neutralidad, sin lograrlo.

—¿Quieres ir al bar?— preguntó con voz temblorosa, gritándose en la mente a la vez que se halagaba a sí mismo por su solución fácil y rápida.

Irían al bar, pasaría por desapercibido este asunto y volverían a casa sin tener que explicarse. Además, Tord es un idiota emocional ahora mismo; haría cualquier cosa por olvidar lo sucedido.

El británico no está equivocado.

Tord acepto.

Estos pensamientos que duelen y me atormentan, me derrumban y me aquejan, para otros solo es un miedo irracional.

InestableWhere stories live. Discover now