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—Tord, hueles a mierda— dijo con cara de asco el de sudadera azul.

—Lo dices como si no olieras de la misma forma— respondió con desinterés el de cabello con forma de cuernos, provocando malestar en el contrario.

—Al menos no soy tan amargado como tú— gruño, mirando hacia la ventana del autobus en el que viajaba.

Tord suspiró, para después mirar a su celular donde veía imágenes de aquellas mujeres de bonita figura.

—Eres asqueroso Tord— volvió a hablar Tom, siendo ignorado por el otro— deberías de dejar eso algún día si quieres conseguir novia— aconsejó con burla.

—Y tu deberías dejar de meterte con lo que no te importa, pedazo de mierda— Tord guardó su celular en su bolsillo, para después tomar su mochila y cambiarse de asiento.

—¡Eres un marica, no aguantas ninguna broma!— gritó Tom para que lo oyera, siendo igualmente ignorado.

El autobus se detuvo en una parada, viéndose como varias señoras hablando de cosas que no le importaban subían al transporte, provocando al de cuencas tragar saliva al imaginar que aquellas señoras se sentarian con él y tendría que soportar todas sus habladurías.

Rápidamente tomó su mochila, el celular y sus audífonos para después dirgirse y sentarse al lado del noruego.

—Ridículo...— susurró Tord para después darse la vuelta y recargar su cabeza en la ventana.

—No viajare al lado de aquellas señoras— se excusó mientras se colocaba sus audífonos.

Todos necesitan de otros.
Los orgullosos no lo aceptan, pero ellos son los que necesitan más de las otras personas.

InestableWhere stories live. Discover now