74

377 42 46
                                    

La música de fondo armonizaba el ambiente, haciendo de este uno aletargado. Los pocos clientes que quedaban estaban en sincronía; muchos en silencio, mientras que otros solo miraban la pantalla de apenas audible volumen. Algunos de vez en cuando se me acercarían para hablarme sobre su vida o de sus estúpidos problemas, así que justo ahora ignoraba a uno.

El chirrido del cristal contra el trapo era en el que realmente me enfocaba, pues me desesperaba y eso me mantenía despierto. Haría cualquier cosa para que esta maldita jornada aburrida acabara.

En ocasiones inclinaba mi cabeza hacia arriba para mirar en dirección a las personas y luego la devolvía, pero solo eso, no me gustaba observarlas durante mucho tiempo; lo más seguro es que creerían que los estaba juzgando o algo por el estilo... ejem ejem... no es como si fuera por experiencia propia. En fin, estar detrás de la barra era algo aún extraño para mí, aunque con el tiempo me he ido acostumbrando.

Definitivamente lo más molesto de este trabajo es que tienes que tener cuencas en todos lados, ¿no debería solicitar que eleven mi salario? Pese a ser aburrido, eso era lo mejor que me podía ocurrir. No es cosa de todos los días, pero cada cierto tiempo habría alguien problemático que arruinaría mi tranquilidad; es un bar después de todo.

Mis manos ya estaban cansadas de trabajar y gritaban por el que parara de moverlas cada que limpiaba o servía una bebida, mi espalda que debía permanecer recta no hacía más que crujir cuando tenía que agacharme o acomodar las botellas. Mis cuencas igual, ardían y querían cerrarse; por no hablar de mis oídos quienes deseaban irse lejos de cualquier voz ajena o habladurías sin importancia. Sentía que en cualquier momento la cabeza me explotaría y seguramente perdería las instrucciones de mezclas que tanto me costó aprender.

Suspiro.

—¿Y sabes qué más? Mi tonto jefe pensó que no escuchaba por estar al otro lado de la oficina, ¿no sabe que la oficina es pequeña? ¡Escuche como perfectamente él hablaba a mis espaldas! Ese estúpido senil...

Rugió y bebió, todo mientras lo miraba. Asentí lentamente en señal de que siguiera hablando, él tomo el gesto y continuo pese a que solo podía entender poco al tener un habla torpe.

Él es uno de los que mantienen este bar a flote últimamente, bebiendo hasta que se cerrarán las puertas. Comparado con él, las demás personas son mayormente adultos y algunos cuantos jóvenes más.

—Ugh... el viejo cree que por tener más años puede hablar de quien sea y hacer lo que le plazca... ¡debería poder ponerlo en su lugar, pero hasta lo debo respetar! — Suspiro—. Peor aún, hace mal su trabajo y me regaña por hacer bien el mío...

Bostece, así que me gire y acomode un vaso para que no me viera.

—Si, la empresa debería jubilarlo y ascenderte — dije con aparente intriga en la conversación.

—¡Exacto, ¿por qué nadie más lo comprende?!

Negue con la cabeza en mi mente. Muchos como él venían aquí por el mismo motivo, trabajo... ¿mi trabajo es escuchar a las personas quejarse de su trabajo? Genial... realmente no lo es.

Resignación.

Continue haciendo lo mío; limpiando, manteniendo la guardia, acomodando y sirviendo bebidas. Nada de lo que pensará era útil, es mi trabajo después de todo. Comparado con el pasado, me va mucho mejor, aunque no puedo evitar pensar en llegar a casa cada vez que empiezo mi jornada; sobre las suaves mantas y la comodidad del colchón y de mi almohada, donde el aire acondicionado enfría la habitación... Simplemente hermoso...

—El mundo cada vez está más retorcido— escuche hablar nuevamente al joven, sacándome de mis pensamientos.

Mire en su dirección al no saber a qué se refería, percatándome de que ahora estaba en su celular. Él me miro sin interés, así que bebió y continuó viendo aparentemente una película de acción o lo que sea. Se me hacía conocida, pero antes de pensar cualquier posibilidad, el reloj del local sonó, marcando el final de mi jornada.

InestableWhere stories live. Discover now