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La sensación de ahogo inundo su pecho y garganta, mientras que sus pensamientos confusos que terminaban en nada hacían de sus extremidades unas petrificadas. Latidos tras latidos que pudo escuchar viniendo de su propio pecho acompañados junto a una extraña pesadez, como si su corazón golpeara tratando de escapar. Sus cuencas recorren temblorosamente una vez más las paredes del armario hasta volver a caer sobre aquella maleta roja y solo es así que solo su cabeza revuelta deja de girar, dando con aquella idea que repulsivamente más le disgustaba.

Pobre mente enferma.

Su boca entreabierta se cierra y se abre nuevamente hasta tragar saliva. Su mirada se mantiene fija y sus dedos se extienden con temor y duda, envolviendo la agarradera para levantarla y, aun sin apartar la vista, camina rápidamente hasta su cama con escalofríos recorriendo su piel. Una vez dejada en la cama, sus manos se mueven para abrirla como si la indecisión de antes jamás hubiera existido.

Y entonces es cuando lo ve...

Ropa, armas, productos de higiene personal, herramientas, dispositivos y todo lo de él estaba ahí dentro.

Tom entrecerró sus cuencas de forma temblorosa, pues arriba del todo se encontraba una fotografía de ellos cuatro viendo una película juntos en la sala: ellos dos peleándose por las palomitas; mientras que Edd escupía el refresco de su boca a causa de su risa, y al narcisista en el aire al haberse aventado al sofá con tal de llegar antes de que el celular terminara el conteo.

—Jodida foto que escogiste Commie... —susurro a la vez que agarraba aquel papel y sonreía un poco, como si aquella imagen hubiera sido un calmante momentáneo.

Su atención se dirigió al resto de las cosas en lo que se sentaba a un lado, ahora mirando por arriba de aquel papel, a la pared y a la nada.

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Tom lo sabe, claro que sabe la respuesta. Sus pensamientos habían estado girando en torno a ese maldito comunista, evitándolos inútilmente una y otra vez; ignorándolos y olvidándolos hasta que volvían a aparecer de la forma más estúpida. Él siempre recordaba aquella noche donde la espalda del noruego se iba junto a aquel mismo sujeto que vio anteriormente con el otro hombre armado la vez que Tord llego herido al departamento, el cómo se perdió a si mismo cuando su padre mató a su madre al haber desobedecido y sus desapariciones repentinas junto a su gusto por las armas. Sería un verdadero idiota si no intuyera algo como el que su padre lo obligara a pertenecer a un grupo peligroso; incluso ahora que lo pensaba, podía adivinar que todos aquellos inventos deparaban a aquel grupo.

El alcohólico se negaba a sí mismo, algo de él no quería tener la razón, lo cual solo lo molestaba más y lo irritaba al punto que golpeo la maleta con la mano, en la cual sostenía la foto, hecha puño. Sus cuencas observaron la abolladura con amargura y sabía que estaba perdido al ver el estado del papel luego de abrir sus dedos.

—Mierda...— se dio una palmada en la cara, creyendo que todo lo que está sucediendo es estúpido— soy un idiota...— suspiro, ahora recordando que fue lo último que le dijo al comunista.

Realmente un idiota...

Ahora sabia el significado de aquella sonrisa, del porqué de su malestar al verla y el que había estado sintiendo últimamente. No estaba equivocado todo este tiempo; no era un miedo injustificable.

¿Por qué tiene miedo?

Dejo la foto sobre la ropa y sus manos se fueron a su cara, frotándola con desesperación como si de esta forma se la quitara de encima, lo cual, desafortunadamente no sucedió. El palpitar no se detenía y su frustración iba en aumento, así que sus manos se deslizaron por su rostro hasta su cabello, dejando este último hacia atrás.

—Estúpido Commie...— murmuro, pues sus pensamientos iban y venían de como Tord tiene planeado irse a el porque eso le desagrada tanto. Había aceptado el que fuera su amigo, sin embargo, ¿por qué su cabeza se alteraba tanto? ¿Sería lo mismo con Edd o con Matt? No lo sabía y le daba asco dudarlo.

Sus cuencas volvieron a la maleta, cerrándola fuertemente luego de haber visto la cara del de cuernos en la foto, soltando un gruñido mientras apartaba la mirada y ahora veía el suelo; notando como su celular se encontraba todo este tiempo debajo de la mesa de trabajo.

¿Siempre se había llevado una maleta las veces que desapareció? Claro que no, alguien se hubiera dado cuenta... Entonces, ¿volvería esta vez? Y de esta forma los escalofríos una vez más recorren su piel y su expresión se tornó como una de quien acaba de ver un fantasma.

No, no, no, no, no, no, no, no, no, no... ¡No! ¡Simplemente no!

—Él no puede irse... ¿cierto? — pregunto al aire, pasando sus uñas por su nuca con desesperación y nerviosismo de forma constante, tratando de liberarse de aquella sensación de ahogo que lo aqueja y de esos cosquilleos molestos en su cuerpo.

¿Cierto...?

Se puso de pie, se agacho y recogió el celular para luego desbloquearlo. Momentos después sus pies avanzaban en dirección a la maleta roja, sacando aquel pedazo de papel para observarlo por unos segundos. Seguidamente, deslizo su pulgar, presiono al icono de la cámara en su celular, apunto al papel e hizo clic en el círculo. Finalmente devolvió la fotografía a su lugar y también a la maleta.

Es tan dolorosa como la primera vez.

Inestableحيث تعيش القصص. اكتشف الآن