65

431 48 301
                                    

Todo está bien y todo está mal.

Las sonrisas ocultan preocupaciones que no se pueden resolver. ¿Quién dijo que es bueno sonreírle a la vida? Cuando esta te clava espinas, espadas y cuchillos cuando crees que no hay ningún problema y al final el mundo se te cae encima.

Pensamientos contraproducentes, una sensación de pesar y nervios descontrolados es lo que definiría al sujeto con cuencas; quien miraba sin emoción alguna un programa de concursos en la televisión. Su cabeza no paraba de generar alarmas sin saber la razón y eso le incomodaba hasta molestarlo, así que ya harto de ello apago la televisión con el control remoto, luego se recostó en el sofá y se colocó un cojín en su propia cara.

Maldiciones; eso es lo que salían de su boca a manera de susurros ahogados por la almohada sobre su rostro, y luego, un suspiro de rendición.

—Estúpido cerebro...— insulto al aire mientras se levantaba de aquel sofá, dispuesto a buscar cualquier cosa que hacer con el propósito de distraerse.

Sus pies arrastrándose por el suelo lo llevaron a su habitación en búsqueda de su celular, pero al llegar lo único que encontró fue desorden; las camas se hallaban destendidas, diversas herramientas en el suelo o en los muebles y pelaje de gato por cualquier lugar junto a basura como de pedazos de cables y partes rotas o inútiles.

Tom no sabía si alegrarse o enojarse por encontrar algo que hacer...

—Maldito Commie— dijo en voz alta, ya resignado a limpiar, ¿cómo es que no se dio cuenta antes de ese desorden? Incluso vio a Tord vagando de aquí hacia allá.

Soltó otro suspiro, uno más fuerte que el anterior, y camino con pesadez para traer una escoba, el recogedor y bolsas que utilizaría. Así que separo la basura, acomodo las camas y coloco cada cosa en las cajas de herramientas del de cuernos; mientras que las piezas que se encontraba, por miedo a recibir quejas de que se ocuparían, las dejo arriba de su mesa de trabajo.

Una vez terminando se dejó caer sobre su cama, mirando al techo con cansancio y justo cuando creía haber olvidado sus preocupaciones, sus pensamientos de que algo malo estaba pasando volvieron. Con desesperación se tomó de su cabello y lo hizo jirones.

Es un buen día, ¿por qué no puede estar tranquilo y contento como Tord? Debió haber ido con él y haberse evitado toda esa estupidez de nervios sin razón.

—Mierda, mierda, ¡mierda! ¡Basta maldito cerebro bastardo! —rodó por la cama, sin importarle que esta acabara de ser arreglada y solo se detuvo al ver el armario.

Él no había acomodado ahí dentro, ¿cierto?

El día ya tenía suspiros, por lo que volvió a soltar otro más de ellos y se sentó en la cama dispuesto a ponerse de pie, pensando en si sería correcto ordenar aquel armario, invadiendo uno de los únicos espacios privados del noruego.

—Él lo agradecerá, ¿cierto...?

Autoconvenciéndose a sí mismo se dirigió hacia allá, jalo la puerta y sus cuencas se abrieron al ver todo vacío más que una sola maleta roja.

InestableWhere stories live. Discover now