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Tan triste, tan doloroso. Duele y vuelve a doler. La cabeza empieza a pulsar, el estómago a quejarse y los huesos a entumecerse.
Caladas de tabaco que no hacen más que distraer de pensamientos más tóxicos que la propia droga. Entonces, de uno se vuelve a desinterés por contarlos.

Tord había sido despojado de su arma, y ahora se encontraba en el sillón con las manos temblorosas, encendiendo uno de sus habanos con dificultad. En cambio, Tom lo miraba, una mirada fría y sutil que no hacía más que aumentar la tensión en el contrario.

—Habla...

Tord tosió, el escalofrío recorrió su columna vertebral hasta llegar a sus pies mientras que sus uñas mordidas volvieron a recorrer el mismo camino, dejando detrás de si marcas rojas de apariencia dolorosa por todo su brazo derecho.
El noruego desviaba la mirada y el remordimiento actuaba en su contra, negándole recuperar su imagen invencible que él mismo creía cargar.

—Tord...

El de cuencas poco a poco se estaba desesperando, más de lo que ya estaba, pero creía que si molestaba al contrario este tomaría la escusa para escapar y no volver a hablar sobre ello. Y así, mordiéndose la mejilla, deseo tener en sus manos una maldita botella de alcohol.
Al final, Tom no pudo soportar más, y en cuanto iba a gritar, el de cabello de cuernos se levantó con una mirada cabizbaja y en completo silencio.

—¿A dónde planeas ir? ¡Aún no me has respondido!— cansado, poco a poco comenzó a elevar la voz, para al final simplemente no soportar más la tensión y levantarse para estirar sus piernas.

Entonces hubo un pequeño momento de silencio, dónde Tord no sabía si simplemente terminar con todo esto o responderle al cretino testigo de jehová.

—Tch — chasqueó la lengua, evitando mirar la cara del otro, dejando a su paso el habano sobre la mesa y finalmente respondió con apatía— Lo sé... y también sé que piensas que es mi culpa...

Tom miro con sorpresa al noruego.
¿Era demasiado obvio? Claro que sí. Queriendo evitar desviarse del tema, nego con la cabeza y miro con desgana al contrario.

—Si ya lo sabes no me hagas perder el tiempo esperándote, estúpido— suspiro, posiblemente porque llevaban tiempo en la que estaban en la misma mierda.

Por supuesto que sus ojos ardían después de haber llorado por media hora aproximadamente, además de que sus músculos dolían luego de ser golpeado cuando le arrebato el arma al imbécil comunista.
Tal vez por eso, poco a poco, sentía que sus cuencas amenazaban por cerrar, pero sabía que si quitaba la vista al maldito de mierda, él se escaparía y no lo volvería a ver durante una semana o más. Realmente no podría irse sin tener respuestas, tener una esperanza que estaba más que muerta luego de haber llamado al narcisista.

—¿Estoy equivocado?— preguntó, tratando de mantenerse atento ante cualquier respuesta.

Sin embargo, se maldijo así mismo, pues su vista cada vez se hacía más borrosa y oscura, hasta que por instantes perdía la razón del tiempo.

—No.

Tom sonrió, no de felicidad, si no de desesperación. ¿Por qué el estúpido de Tord hablaba en oraciones cortas? ¿Era tan estúpido que tenía que preguntarle todos los detalles? Maldición, el impulso de golpearlo volvió a invadirlo como veces anteriores.

—Habla bien, ¡mierda!— se quejo, provocando que el otro se sobresaltara un poco.

Tord suspiro, con el objetivo de aliviar los nervios, más sin embargo, no funcionó. Todo ello fue notado por el de cuencas, que luchaba por seguir el ritmo a la conversación sin perder detalles por lo lento que era.

InestableTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon