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El noruego al escucharlo abrió los ojos y miro al sujeto enfrente suyo con detenimiento, como si estuviera viendo al más grande estúpido de todos los tiempos.

—¿Estas bromeando? ¿Cierto? — preguntó el noruego con confusión en sus palabras.

¿Tom es más idiota de lo que creyó? ¿Su maldito cerebro estúpido no daba para pensar más allá de solo alcohol? ¿Dónde está su escaso sentido común? Tord no sabía si reír o llorar, golpearlo o matarlo de una y hacerle un bien a la sociedad.

—Vamos Commie, hemos pasado por mucho y...— se detuvo al ver la mano alzada del de cuernos, pidiendo que pare mientras su cara era una como si hubiera comido excremento.

Mientras tanto, Tom solo veía cómo iba cambiando el rostro del de cuernos, sus expresiones habían ido de una a otra, confundiéndolo aún más de lo que ya estaba. Juraba que ahora veía que se formaba una sonrisa.

—Tú realmente estás hablando enserio... Eres un idiota, ¿qué no me acabas de escuchar? —y empezó a reír entre dientes, dejando a un alcohólico con miles de pensamientos que estaban tratando de descifrar sus acciones, siendo esto notado por el extranjero— maldita sea Tom, incluso "idiota" te queda pequeño. ¿No acabo de decir la razón por la cual me voy? ¿Realmente aun así te atreves a llamarte mi amigo?

Ante sus palabras el de cuencas solo pudo suspirar y arrojar una cara de fastidio. Tenía razón y él no lo había pensado, sin embargo, no hacía falta burlarse. Además, extrañamente no le importaba, nada de esto era su culpa, pero odiaba admitirlo y no se lo diría.

—Hijo de puta...— insultó por lo bajo el de azul mientras desviaba la mirada— ¿Me vas a decir sí o no?

Tom se cruzó de brazos y volvió a mirarlo, ahora con un semblante severo a pesar de que por sus adentros se alegraba de haber aclarado ese punto, aunque aún seguía sin comprender porque hacia esto. Todo lo que sabía era que quería gritarle al noruego que son amigos y, a pesar de no haberlo gritado, ahora el estúpido lo sabía. Ya era otra historia si el noruego aceptaba o no.

Tord suspiro y asintió en silencio, deslizándose por el sofá hasta que un poco menos de la mitad de su espalda quedo fuera del mismo. Era fácil para el de azul notar que estaba cansado.

—Mi padre es el líder de una armada— soltó sin más, pues el arrepentimiento era en vano luego de haberlo dicho, así que continuo en lo que veía al techo— quiere que lo suceda; pero nunca soy suficiente para ese imbécil.

El alcohólico lo miro sorprendido, ahora sabía porque siempre lucia presionado, ahora bien, dejando eso de lado... ¡¿Una armada?! ¡¿Qué clase de armada?!

—¿Entonces él siempre te ha obligado a...? —se quedó a la mitad al no poder formular más palabras, no podía y a la vez si creer lo que escuchaba.

Al noruego no le importo su aspecto confuso y siguió hablando.

—Sí, tenía que cumplir todos sus caprichos: guerra, entrenamientos, hacer reales todas las armas y demás que me pidiera, encargarme de las cosas en su ausencia... —aclaro con una expresión impávida que pronto fue quebrada por una molesta mientras más avanzaba— deshacerme de todo lo que creía estorbo...

Tom trago saliva.

—¿Siempre ha sido así? — preguntó en voz baja y con interés. Esta era una de aquellas pocas o únicas veces que hablaban de esta forma sin que uno de los dos este ebrio.

El noruego tardo unos segundos en responder hasta cerrar los ojos.

—No, antes vivía aquí con mi madre. No sé la razón por la que me trajo, pero... —se detuvo, recordando cuando aquella mujer aún le hablaba de vez en cuando amorosamente— no lo sé, era muy pequeño en ese entonces. Supongo que el líder le dijo que volviera y a partir de entonces viví en la base militar hasta que volví aquí con la excusa de estudiar.

El de azul se acomodó, procesando toda la información hasta caer en cuenta los años que han transcurrido.

—¿Una guerra sin fin? — hablo inconscientemente, pero sabiendo que acertó cuando vio como Tord asentía con la cabeza.

—Las ambiciones de ese viejo no son pequeñas, nunca se ha rendido sin importar los años que han pasado— sentía como su estómago se revolvía con solo pensarlo, el enojo y el miedo que ha acumulado lo desgastaban cuando se ponía a pensar en ese tipo.

Por otro lado, Tom se habría caído si no fuera porque estaba sentado; sus piernas se encontraban débiles mientras que un escalofrío recorría su espalda. A quien mierda le importa Tord, la persona detrás de él es alguien cruel incluso contra su propio hijo, eso sin contar que mato a su propia mujer pensando que era una buena lección. Commie era un cachorro comparado con él. El solo pensar en eso le daban ganas de vomitar; no obstante, para su propia sorpresa, aún no quería abandonar a ese noruego, no ahora sabiendo todo por lo que pasado.

—¿Con quién está en guerra exactamente?

Sin embargo, el de cuernos estaba cansado de hablar sobre ello, el dolor de cabeza siempre se hacía presente cuando si quiera lo pensaba.

—Ya dije mucho de mi... ¿Cuál es tu historia? Amigo...— menciono lo último con burla, escapándose una sonrisa de su boca.

El de cuencas ya lo conocía y pudo intuir que simplemente buscaba desviar el tema, así que esta vez no lo presiono más, en cambio, simplemente chasqueo la lengua ante su burla y miro a la nada sin saber cómo contestar. Tord jamás había preguntado por él, ni llamado amigo. Algo nuevo para él que no sabía cómo reaccionar, así que simplemente respondió con una cara estoica a pesar de que se sintiera incomodo con ello, pero el otro ya había hablado sobre sí mismo y sería injusto incluso para él no responder.

—Ya debiste escucharlo, pero crecí en un orfanato después de que mis padres murieran— respondió tomando su propia muñeca, seguidamente abrió y cerró su mano con la otra.

Tord aceptó, había escuchado algo sobre ello las muchas veces que Edd trato de hacer que pare sus peleas con el británico por consideración, sin embargo, no le interesaba y de todos modos jamás mencionaba algo de eso. Incluso él tenía algo de decencia.

—Mi papá murió en un accidente y luego mi mamá se suicidó— reveló con una voz que se fue apagando al final.

Aún era difícil decirlo... y eso se evidenciaba al solo haberle contado a los demás que simplemente vivió en un orfanato.

El alcohol había sido su único amigo en esos momentos.

El noruego no movió ni un solo musculo, estando tenso. Mierda, ¿qué decía? Para su suerte, el silencio era algo encantador, un silencio que ambos necesitaban.

Más que un trago, es un recuerdo y me hace sentir más cerca de ella.

InestableWhere stories live. Discover now