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La habitación era iluminada por una pequeña luz proveniente de una lámpara sobre una mesa al lado de la cama del noruego.

Tord se encontraba recostado, tratando de grabar en su mente la imagen de una de sus muchas revistas que para él eran interesantes. Tratando, debido al insoportable calor que sentía en ese mismo momento, incluso había estado usando a sus preciosas como abanicos.

-¡Mierda, mierda!- grito, desesperado y arrepintiéndose de haber seleccionado ese departamento infernal.

En su habitación no había ventanas y las paredes eran de metal... Ahora sabía que era estúpido. Incluso había dejado de trabajar, dejando atestado el negro piso de herramientas y aparatos con funciones desconocidas e incompletas.

-¡¿Qué te pasa, idiota?!- grito Tom desde la sala, quien se encontraba viendo la televisión.

Su condición no era mejor, incluso estando casi desnudo, a excepción de su ropa interior, aún seguía quemándose. El dolor de cabeza y él sudor le molestaban.

¿Era este un departamento para humanos si quiera?

Tord salió enojado de su habitación, dirigiéndose al baño y metiéndose en la bañera girando solo el lado del agua fría, aún con su ropa delgada encima.

El de cuencas se extraño por no recibir respuesta y solo escuchar ruidos de aquí y allá, y finalmente nada. Primero lo dejo pasar, pero pasado el tiempo comenzó a sentirse un tanto preocupado al recordar ese extraño sueño que tuvo. Se levantó pesadamente del sofá, llamándose al unísono idiota por pensar en ello y ahora tener nervios de lo que pueda ver.

¿Él no se mataría de un momento a otro, verdad?

¿Verdad?

¿O sí?

Oh...

Claro que tenía razón, pensó. Sabía que Tord tomaba mal el estrés, y sabía que ahora él lo estaba debido al trabajo; a veces veía que se salía a fumar, dormía, repasaba sus revistas u otras se desesperaba y mandaba todo a la mierda. Si llegaba a su límite, entonces le pediría alcohol hasta embriagarse y sollozar, diciéndole lo mucho que deseaba matarse en ese momento. Se lo había repetido tanto que incluso, días atrás, sin que se diera cuenta el noruego, vacío los cargadores y tomó las balas que se encontró para luego esconderlas dentro del sofá donde duerme; claro que todo esto se lo ideó antes de haber visitado a Edd en el hospital después de haber tenido esa espantosa pesadilla.

Sin embargo, para su desgracia, esa no era la única manera de matarse. ¿Tal vez era justificable su preocupación? No lo sabía, pero no pudo evitar tragar saliva.

Ahora estando un tanto pálido y nervioso, camino lo más lento que pudo en dirección a la habitación del de cabello de cuernos; deseando verlo dormido, pero al escuchar un pequeño sonido del agua, cambio de dirección.
Espero un tiempo fuera del baño, pensando en que no le correspondía tener esa preocupación, sintiéndose patético e idiota, no obstante, eso no basto para impedirle percibir que no se escuchaba ningún ruido del agua desde la última vez...
Por supuesto, no era tan paciente y al poco tiempo se desespero, agregándole que su mente le hacía una mala jugada al recordarle la escena de la pesadilla, y estando en un estado de ánimo tan extraño, no faltó la patada que abrió de golpe aquella puerta.

En ese mismo momento Tord se encontraba saliendo de la tina mientras tiritaba, sin embargo, no tardó en llegar la respuesta del noruego, quien se hundió nuevamente a causa del susto al escucharlo.

Se quejo en voz baja, pues se golpeó la parte trasera de su cabeza con la pared de la bañera. Sintiéndose mareado se levantó lentamente y miro con pánico en dirección a la puerta, pero cuando vio la expresión de miedo del de cuencas, ahora solo sentía confusión.

¿Se había perdido de algo?

-¡¿Qué?!- exclamó Tord, sintiéndose incómodo por la mirada que le brindaba el contrario.

Tom parecía no ver nada de malo el estar observando al comunista, asegurándose que no tuviera cuchillos, pistolas o intenciones de ahogarse en ese mismo momento en la bañera.

-Dime, ¿has tenido intenciones suicidas últimamente?- preguntó en tono serio, pero luego de repasar la relación entre él y el noruego, sintió que probablemente habría malentendidos. Él no estaba preocupado, ¿entendido? Maldición...

Por supuesto, Tord no tardó en mirarlo aún más confundido, preguntándose que carajos sucedía con el maldito testigo de jehová. ¿Por qué le preguntaba eso ahora?

-¿Q-Qué?- solo pudo decir eso, no había palabras para más, además, ahora mismo se estaba congelando.

Se levantó del agua, temblando y notando que no se había metido solo, si no que las revistas se habían ido con él.

Quería llorar.

-Si...- respondió, mirando desanimado como la tinta ahora se perdía en figuras sin sentido.

Tom extrañado siguió su línea de visión, comprendiendo al instante lo que sucedió, no olvidándose de suspirar al sentirse más aliviado de ver qué todo estaba bien.

-Wow, pensé que yo tendría que deshacerme de ellas- hablo divertido, desde luego que se divertía, así era como tenía que ser.

Sintiéndose más normal, miro en dirección a Tord quien se encontraba temblando, aún sin moverse de su lugar.

-No seas estúpido y sal de ahí- volvió a burlarse, acercándose para recoger las revistas flotantes que poco a poco se hundían- de cualquier forma, ¿qué haces aquí?

Tord volvió a reaccionar, saliéndose del agua sin hablar. Hoy había perdido algo importante para él... sus preciosas y preciadas revistas...

Incluso eran sus favoritas...

Tragando saliva y sintiéndose inmediatamente furioso con el calor, sus cejas poco a poco se juntaron.

-Tenía calor...

Tom quería reír, realmente lo haría si no fuera porque él pensaba lo mismo. Pelear solo empeoraría la situación y la haría más frustrante de lo que ya es.

-¿Quieres ir con Edd? El hospital tiene aire acondicionado- sugirió, aún sin poder ocultar un poco de burla en su tono.

Tord quedó varado en sus pensamientos luego de escucharlo, creyéndose aún más estúpido por no instalar aire acondicionado en su propia casa.

-Maldita sea, ¿por qué no se me ocurrió antes?- hablo en voz alta sus propios pensamientos, tomando a la vez distraídamente lo que quedaba de sus revistas que no había tomado el británico.

Tom lo siguió con la mirada, preguntándose que traía ahora ese bastardo. Aún sin mucho que hacer, se dirigió a la sala antes de ver cómo Tord se había cambiado de ropa rápidamente, poniéndose sus tenis sin antes deshacer el anterior nudo.

No pudo evitar mirar con curiosidad.

-¿Qué harás ahora?

Tord se colocaba la sudadera negra con pesar, pero aún así no evito responder la pregunta del de cuencas.

-Comprar aire acondicionado, idiota- respondió desinteresadamente. En este punto Tom podría creer que el insultarlo ya era algo natural o automático, ya lo sabía... pero ahora podía recordarlo mejor.

-¿Puedo ir?- preguntó, buscando su ropa.

El de sudadera negra lo miro pidiendo explicaciones. Antes, el de azul simplemente aprovecharía cada oportunidad para estar solo, y era mejor si dejaba su cartera en casa. El solo recordar cómo había olvidado su cartera cuando fue a dejar un trabajo; para solo volver y encontrar cajas de pizza, refrescos y alcohol en la mesa.

-¿Qué? ¿Quieres que me quedé aquí para que me rostize?- dijo en tono ofendido, terminando de colocarse sus prendas y listo para salir- olvídalo. Además, sirve que por fin me compro una cama, mi espalda me duele de solo dormir en ese sofá.

Tord lo miro aburrido, asintiendo con la cabeza para dar por hecho que irían ambos.

Cuesta aceptarlo, pero eso está ahí... esperando, haciéndose más evidente y difícil de evitar.

InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora