Capítulo Treinta y cuatro (Parte II)

Start from the beginning
                                    

Nos tomamos un par de copas más antes de salir del restaurante, abracé a mi madre buscando un poco del confort que tanto necesitaba, a pesar de los problemas que solía tener con ella, sus brazos tenían el poder de hacerme sentir que todo estaba bien. Cerré los ojos aferrándome a ella y aspirando el aroma dulce de su perfume, antes de que preguntara si me pasaba algo, decidí alejarme con una sonrisa falsa en mis labios.

Se despidió de Santi bromeando de nuevo con el asunto de su operación, aunque él respondió igual de juguetón y sonriente, intuí que algo había cambiado su humor, extendí la mano pidiéndole las llaves del auto. Tenía la vista irritada por la falta de costumbre a los lentes de contacto, podía notarlo cada vez más incómodo.

—Sé que te pasa algo, también sé que no quieres decírmelo, pero insistiré igual. Te ves preocupada así que asumo que es un problema, si me cuentas quizás juntos podamos encontrarle una solución.

Respiré profundo conteniendo esa necesidad absurda de llorar que me embargaba, me conmovía toda la situación, me dolía porque sabía que la relación que mantenía con su padre era muy importante para él. La delicadeza del asunto me daba pánico, simplemente no sabía cómo abordar esa conversación que él buscaba propiciar.

—No quiero hablar de ello, no me siento preparada aún —respondí después de aclarar la garganta.

—Valen, me estás preocupando, lo que sea que te esté pasando dímelo, por favor. Los problemas los resolvemos juntos, yo soy bueno buscando soluciones.

—¿Dime con qué no eres bueno? —intenté aligerar el ambiente con una broma que no funcionó, Santiago me miraba fijamente visiblemente preocupado, puso una mano sobre mi muslo acariciándome con suavidad, a pesar de lo íntimo de su toque percibí cariño y no lujuria en él, intentaba relajarme.

—¿El problema nos involucra a los dos? —asentí suspirando mientras aceleraba para aprovechar el semáforo con la luz verde.

A pesar de no decir nada en todo el camino podía sentir que me presionaba por hablar. Me concentré en la autopista despejada, en la melodía que sonaba dentro del auto a volumen muy bajo y en la calidez de esa noche, sentí alivio al vislumbrar el viejo edificio donde estaba mi departamento, disminuí la velocidad cuando entré al estacionamiento evitando los ojos de Santi que no dejan de escrutarme.

—Te ves cansando —comenté con el fin de distraerlo.

—¿Estás embarazada? —La pregunta de Santi llegó en el justo momento en el que apagué el motor. Harta de esa pregunta asentí, giré el rostro para verlo a los ojos y asentí de nuevo sosteniendo su mirada—. ¿En serio, Valen?

—Sí, estoy embarazada, no me sentía lista para decírtelo, pero ya que preguntaste. ¿Qué haremos? —hice el asiento hacia atrás a la vez que soltaba un suspiro forzado.

Santiago me miraba fijamente totalmente inexpresivo, noté que abría y cerraba la mano izquierda constantemente, estaba pálido e incluso parecía no poder respirar bien.

—Dame un segundo —suplicó cada vez más pálido.

—Encuéntrale solución a este problema —seguí provocando.

Asintió para luego negar, se rascó la ceja izquierda y pasó las manos por su cabeza, a pesar de la preocupación real que me tenía completamente desanimada, en ese momento tuve un deseo intenso de reír a carcajadas, Santiago estaba al borde de un infarto.

—Tengo ganas de vomitar —confesó al mismo tiempo que inclinaba la cabeza hacia abajo, lo noté incluso sudoroso, pese a ello no pude detenerme.

—La embarazada soy yo, no eres tú, déjame las náuseas a mí —fijé la vista en la ventanilla, evitando que notase como contenía la risa.

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Where stories live. Discover now