Capítulo Treinta y uno

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Pido perdón porque el capítulo está larguísimo 😣 Oigan, comenten, gracias, besos

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Pido perdón porque el capítulo está larguísimo 😣 Oigan, comenten, gracias, besos. 

Parpadeé varias veces intentando encontrar a Santi, las voces de las personas en las graderías no me dejaban concentrarme, estaba más distraída que de costumbre, mi cerebro no funcionaba bien tan temprano. Sandra se puso de pie apuntando al grupo de ciclistas que se miraba a lo lejos.

—Está punteando la primera vuelta —dijo emocionada, no entendía cómo era capaz de distinguirlo entre tantos sujetos vestidos de la misma manera.

Me levanté en un impulso al comprobar que el grupo se acercaba. Sandy me señaló el casco gris de Santi con una gran sonrisa en los labios, ambas dimos pequeños saltos al verlo avanzar con amplia ventaja del resto.

—¡Siéntense! —grito Sebastián riendo tras nosotras—, quiero ver la carrera no sus traseros.

Tomamos asiento al mismo tiempo, Sandra reía mientras escribía algo en su celular, miré a mi alrededor buscando a Saúl, me resultaba curioso ver a ese señor más emocionado que la misma Sandra. Lo encontré apoyado en el barandal que limitaba la zona de la gradería, con unos binoculares no se perdía detalle de lo que pasaba en la pista.

—¿Quieres algo de tomar? —preguntó Sebas a mí oído.

—Agua —ladeé el rostro para responderle, besó mi mejilla antes de ponerse de pie y alejarse rápidamente.

A pesar de asistir frecuentemente a las competencias no me acostumbraba del todo al ambiente en el club deportivo. Bostecé provocando que Sandra riera, estaba de muy buen humor esa mañana, las cosas entre las dos habían mejorado mínimamente después de esa charla que Santi me sugirió que iniciara.

—¿Mala noche o una muy buena?

—Mala, terminé un proyecto que tengo que entregar mañana, de eso depende que salve esa materia y luego soy libre.

—Santi no durmió en casa ¿Te estaba ayudando? —preguntó muy atenta.

—No, mientras yo trabajaba, él y Polly dormían plácidamente.

—Su agua, señorita —miré hacia atrás y tomé la botella que me ofrecía Sebastián, estaba sonriendo, pero se notaba tenso, fruncí el ceño llamando su atención, hizo un gesto con los labios mostrándome a la bonita morena que tenía casi al lado y lo entendí todo.

—Sebas, siéntate aquí con nosotras —pidió Sandy, al percatarse de la chica que miraba a su hermano con ganas de devorarlo.

—Estoy bien aquí, princesa, no te preocupes.

Los ciclistas se acercaban una vez más, Sandra se puso de pie aplaudiendo al mirar a Santi que había perdido casi toda la ventaja que llevaba del resto del grupo.

—Lo están alcanzando —murmuré después de darle un trago a la botella de agua.

—Él disminuye la velocidad para mantener un ritmo estable, en la última vuelta va con todo —me explicó Sebastián.

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora