Capítulo Veintitrés

49.3K 3.3K 1.1K
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El capítulo está extensoooo, pido perdón, intantaré que ya no estén tan largos.  De ante mano gracias por votar y comentar. Las voy a estar leyendo 😊 si comentan mucho vuelvo más rápido para actualizar. 

Sandra escuchaba con atención a la doctora que hablaba frente a nosotras, con una actitud tan diligente que tomaba apuntes como si se tratase de una clase. De los nervios y la timidez que expresaba antes de entrar al consultorio, parecía no quedar nada, se mostraba segura, curiosa y sobre todo dispuesta a saciar cada una de sus dudas.

Jazmín era el nombre de la amable mujer que nos atendía. Su cabello castaño oscuro caía por su pulcra bata blanca, aparentaba menos edad que mamá, pero en definitiva pasaba los cincuenta. Fue la doctora de cabecera de la señora Ángela, la mamá de Sandy, confiaba mucho en ella por eso acudimos a su consultorio.

—Tengo otra pregunta —dijo Sandy dejando su libreta púrpura a un lado—. ¿En caso de que me decida por las píldoras, en cuanto tiempo tendrían eficacia? Es decir ¿Cuánto tiempo tendría que esperar para tener sexo sin protección?

—Depende del momento que comiences a usarla, si lo haces con tu período...

Dejé de escuchar a la doctora para concentrarme en Sandra, no podía creer que estuviera actuando con tanta madurez, no cuando conocía bien la manera en la que se comportaba. Dos días atrás se había aparecido en mi oficina, se notaba tan nerviosa que tuve que llevarla a otro lado para que hablara conmigo. El sitio escogido fue la cafetería o la sala de juntas como Lau y yo solíamos llamarla. Después de largos titubeos y gestos que denotaban su temor, Sandra tomó valor para hablar al fin. El motivo de su visita era simple: estaba planeando tener sexo y necesitaba información antes de hacerlo, por ello, acudió a mí, no quería ir sola al ginecólogo por primera vez, quería apoyo y según sus palabras, era su única opción.

Era algo que no podía pedirle a Manu con quién se llevaba mejor, tampoco a una de sus amigas porque morían de vergüenza y de Constanza ni hablar. La única persona que le quedaba era yo. Y ahí estaba dos días después, a su lado, en una consulta ginecológica que se había extendido más de la cuenta, a causa de las preguntas.

Laura me escribió un mensaje que no había podido leer, me urgía saber de la reunión que tuvo temprano, con el corrector de la editorial. Santiago se estaba comportando imposible con su libro, convencerlo de ceder a los cambios propuesto por nuestro equipo parecía imposible.

La doctora se puso de pie y se alejó del escritorio, el ruido de su silla me hizo volver a ese sitio. Sandy respiró profundo y ladeó el rostro para verme, tras su máscara de seriedad había mucho nerviosismo.

—¿Estás segura que vas hacerlo?

—No, pero necesitaba estar informada —respondió pensativa—, de verdad quiero agradecerte que estés aquí. Sé que esto puede traerte problemas con Santiago y, aun así, corriste el riesgo.

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora