Capítulo Veintiocho

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Capítulo grande como les gusta 😏

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Capítulo grande como les gusta 😏

Hice el intento de decir algo, sin embargo, las palabras se quedaron atoradas en mi garganta. Santiago se removió acomodándose mejor sobre el inicio de mis senos, en aquel silencio triste que había dejado su inesperada confesión.

—Te deje muda —dijo en voz baja—. No te imaginas como me sentí yo cuando me enteré, creo que me tomó más de un año terminar de comprender que crecí rodeado de mentiras.

—¿Cómo lo supiste? —pregunté aún impresionada.

—Mi mamá... ambos... Ni siquiera soy capaz de recordar con facilidad como fue, tengo mucho tiempo de no hablar de esto.

Comencé a toser en el momento menos adecuado, Santiago se levantó de la cama para alcanzarme una botella de agua, que tuve que tomar casi a su totalidad para que el ataque de tos cesara.

—¿Estás bien?

—Sí —respondí débil— ¿Quieres seguir hablando?

Suspiró pasando las manos por su pelo desordenándolo un poco, me arrastré en el colchón para darle espacio de sentarse a mi lado, queriendo que se sintiera cómodo, porque no dejaba de percibirlo tenso.

—Estaba teniendo demasiados problemas con papá, siempre fui obediente, creo que manejable es el término adecuado. Pero todo cambió, yo crecí, quise a estudiar literatura, dejé el ciclismo, me alejé de sus actividades a las que siempre me vi obligado a involucrarme. Las cosas estaban cada vez peor en casa —suspiró cabizbajo antes de continuar—. Un día casi llegamos a los golpes, mi papá estaba estresado, yo también, y fue entonces que mi mamá habló conmigo, me contó todo. Todo, Valentina.

—¿Tú papá lo sabía o también se enteró al mismo tiempo que tú?

—Lo sabía, y eso es lo que me hace sentir peor, nunca hizo diferencias entre mis hermanos y yo, de hecho, siempre me sentí el hijo más querido, el más apoyado, todas las expectativas de mi padre han estado puestas en mí desde siempre.

—¿Cómo pasó todo? ¿Tus papás no estaban juntos cuándo? —me quedé callada al sentirme torpe, no quería incomodarlo más, no sabía que decir, como continuar con esa conversación.

—Estaban casados, mi papá trabajaba mucho, mi mamá sufría sola por no poder embarazarse, para distraerse entró a un taller de escritura y ahí conoció al tipo que la embarazó. Eso es todo lo que sé, ni siquiera quise que me dijeran su nombre. Papá supo de su aventura y la consecuencia de ella —sonrió con amargura mientras negaba cabizbajo—. La perdonó, se hizo cargo de mí antes de que naciera, hace una maldita subasta en honor a mi cumpleaños —pronunció lo último visiblemente contrariado.

—¿Y tus hermanos?

—Mi mamá se sometió a muchos tratamientos para embarazarse de Sebastián, y a Sandra la llamaba la sorpresa más linda de su vida. Ninguno de los dos sabe que solo somos medios hermanos. Papá y yo no hemos vuelto hablar de eso, la única vez que tocamos el tema fue el día que me enteré de la verdad. ¿Ahora entiendes porque no puedo fallarle? Ese día cuando me miró a los ojos y me repitió una y otra vez que yo era su hijo, su campeón, me juré esforzarme para que se sintiera orgulloso de mí.

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora