Capítulo Diecinueve 🔞

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Holis, ¿cómo van? No me gusta dejar nota de autor al inicio del capítulo, pero esta vez lo consideré necesario

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Holis, ¿cómo van? No me gusta dejar nota de autor al inicio del capítulo, pero esta vez lo consideré necesario. En los últimos días, en redes sociales he recibido muchas preguntas en cuanto a la actualización de esta historia, cuestión que me hizo pensar que muchas personas la están releyendo o leyendo por primera vez, cosa que me emociona mucho, pero que de alguna forma me pone triste, porque pese a tener lectores existe poquísima interacción. Quise dejar el libro gratis para compartirlo con quienes no tenían la oportunidad de leerlo, si a ustedes les gusta les agradecería que dejaran un voto, un comentario, la interacción ayuda que el algoritmo ubique mejor mi libro y llegué a más personas. 

No les toma mucho tiempo hacerlo, y en serio me ayudan un montón. Espero disfruten del capítulo, las que están releyendo encontraran algunas diferencias al primer borrador. Besitos y comenten, por fis.

La brisa de su aliento tibio sobre mi entrepierna, envió una sacudida de placer por cada rincón de mi cuerpo. La antelación del momento provocó una punzada entre mis muslos, tan fuerte que tuve que apretarlos para intentar aliviarla. A Santiago lo divirtió mi reacción, una corta risa maliciosa se escuchó por encima del ruido que hacía mi respiración errática. El maldito estaba disfrutando de mi hipersensibilidad, esa debilidad que experimentaba solo con él y no quería evidenciar, estaba más presente esa noche.

—Mi premio —susurró, mi cuerpo trepidó ante el eco de su voz.

Me estaba derritiendo por dentro, la excitación liquida brotaba entre mis labios y la cercanía de su cara entre mis piernas hacía que fuese imposible que él no se percatara de ello.

—Santi, el beso.

La anticipación de placer provocó que mi voz sonase diferente, quería que acabara con esa tortura, con aquel juego que ya no era necesario prolongar. Mi mente llevaba mucho tiempo caliente, en ese punto el decoro no existía.

—¿Quieres que te bese aquí, Valentina?

La yema de sus dedos apenas me rozó sutilmente y el placer emergió con violencia, me contraje involuntariamente, jadeando por la estela de su tacto en mi zona más sensible. Aquello era demasiado para mí, la imagen de su cara entre mis piernas, el brillo malicioso en la mirada y la manera en la que me contemplaba, estaban a punto de acabar con mi cordura.

—Sí, por favor, cobra tu premio —insistí.

Bajé la mirada y atrapé el justo momento en el que rompía con la casi nula distancia, el calor húmedo de su lengua paseándose por mis pliegues cortó mi respiración de golpe, ante la ola de sensaciones que experimenté en segundos. Santiago emitió un sonido de satisfacción que terminó de sumergirme en calor ardiente de un gozo que crecía con cada segundo que su boca besó aquella parte de mi cuerpo.

El gemido que se escapó de mis labios fue un reflejo a la intensidad de lo que sentía. Arqueé la espalda al percibir el delicado embate de su lengua. Fue una caricia larga y estudiaba, acompañada de los sonidos de deleite que emitía apenas audibles. De un momento a otro las piernas comenzaron a temblarme. Abrí los ojos y la visión de él lamiéndome con pura satisfacción hizo que la tensión en mi vientre creciera hasta el punto de no poder más. Sentía que perdía el poco control que mantenía, me estaba abandonado, dejándome llevar en ese caudal de placer, el sonido mi respiración inconstante se mezclaba con los gemidos que no podía callar.

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora