Epílogo y Agradecimientos

4.9K 129 137
                                    

Ahora sí... aquí se acaba esta historia. Espero que la hayáis disfrutado de verdad, tanto como yo lo he hecho al escribirla. Con ella he reído, he llorado, me he enfadado... Echaré de menos a mis personajes. Qué más puedo decir.

Quisiera dar la gracias a muchísima gente así que lo haré de una forma ordenada: En primer lugar a mi familia, como ya dije en su día, de una forma más especial a mi madre, mi hermana y mis primas, que no han dejado nunca de animarme y gracias ha ellas he llegado al final del trayecto. Por supuesto a ellas y atodos los que habéis leído la historia, que cada día me habéis dado fuerzas para continuarla, sobre todo mis queridísimos fans.

Ay! cuanta emoción. Continúo... También a todos los que no creyeron en mí, porque alimentaron la rabia que también me dió fuerzas para lograr mi objetivo. Además, confieso que nunca me gustaron los caminitos de rosas...XD.

Y por último a Wattpad, por darme la gran oportunidad de cumplir uno de mis sueños.

Ahora sí os dejo con el broche que pone fin a mi historia.

**********************************************************************************

Epílogo

Carol salió de la boca de metro de Sol con el alma completamente encogida. Al fin había llegado el momento que desde hacía tantos días, para ella una eternidad, llevaba esperando. Encontrar el lugar donde se suponía que habían quedado con Raúl, no suponía ninguna dificultad para ella, así que, cuando subió el último peldaño de la escalinata de la estación, giró a la derecha directamente para después dirigirse al kiosco que había situado a espaldas de la misma. Sorprendida de no encontrase allí con el muchacho, comprobó la hora en su reloj. Preocupada, llegó a la conclusión de que era demasiado tarde para lo que normalmente él solía llegar. Raúl era más bien de llegar diez minutos antes. Esperó cinco minutos más y volvió a mirar el reloj. Ya sólo faltaban cinco minutos para la hora y Carol seguía sin recibir señales de Raúl por ninguna parte. Haciendo un intento por sosegarse, se aproximó a las barandillas que rodeaban el acceso a la estación para apoyarse. Miró a la cabina de teléfonos que había frente a ella. ¿Era su imaginación? o ¿el teléfono estaba sonando? Miró a un lado y a otro pero no había nadie cerca y mucho menos alguien que pareciese estar esperando una llamada. Tuvo la tentación de levantarse a cogerlo pero ¿Quién diablos estaba tan loco para llamar a una cabina? Afortunadamente para sus nervios, el teléfono paró de sonar. Respiró aliviada pero la tranquilidad le duró solo unos instantes pues enseguida volvió a sonar de nuevo. Un gran impulso la hizo ponerse en pie y agarrar el auricular. Una vez descolgado no se atrevía a responder así que, aguantando la respiración, se lo colocó junto a su oreja para ver que se escuchaba al otro lado.

-          Puedes respirar no soy ningún asesino- la voz divertida de Raúl consiguió desencajar la mandíbula inferior de la muchacha que sorprendida miraba desesperada a ambos lados, para intentar localizar el lugar desde donde el chico estaba realizando la llamaba.

-          ¿Raúl? ¡¿Raúl eres tú?!- dijo alarmada y algo enfadada.

-          Tranquilízate princesa y sigue mis instrucciones al pie de la letra.

-          Estás loco…- dijo, algo más relajada. El joven sonrió unos segundos de forma traviesa, mientras disfrutaba de su travesura observando a la muchacha desde su escondite.

-          A ver gírate. ¿Ves La Mallorquina?

-          Sí -respondió la muchacha esperando la siguiente indicación. El muchacho podía haber continuado el juego unos minutos más, sin embargo, el deseo por estrecharla entre sus brazos y la cara de desconcierto que mostraba la muchacha, ablandaron el corazón del chico haciendo que se apiadase de ella.

-          Pues te estoy viendo desde aquí.

La joven no se molestó ni en colgar el auricular, soltó el aparato y salió disparada hacia la famosa pastelería en busca del muchacho. Entró de forma tan rápida que no se dio cuenta del escalón de descenso que había en la entrada y por poco cae al suelo. Recuperó la compostura a trancas y barrancas y buscó velozmente entre la gente, pero no le veía. ¿Sería posible que los nervios fuesen capaces de volverla tan torpe? Entonces, unas manos conocidas la cegaron cubriéndole los ojos. La emoción le produjo pequeños temblores que no pudo contener. Unas diminutas y familiares explosiones comenzaron a chisporrotear en su abdomen de nuevo, invadiéndola de felicidad. Sabía perfectamente lo que venía después, el susurro. Tal y como la muchacha esperaba así sucedió. Raúl se acercó junto a uno de sus oídos para decirle unas palabras.

-          Lo ves Princesa ya estamos juntos de nuevo.

La muchacha, agobiada por la presión que la gente del establecimiento ejercía sobre ellos le respondió aún sin ver.

-          Raúl sácame de aquí.

Entonces el joven la sacó a ciegas de aquel lugar a la muchacha, guiándola como si realmente fuese una invidente, simplemente por el hecho de no estropear aquel momento tan especial, el de su reencuentro. Una vez fuera, descubrió los ojos de la muchacha. Carol no fue capaz de decir nada, apremiada por la necesidad de los labios de Raúl lo atrajo hacia ella y los besó enardecida, deseando que todo cuanto los rodeaba desapareciese por arte de magia. Se separó bruscamente del joven y le dijo casi gritándole.

-          Raúl… ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero!

El joven sorprendido de escuchar lo que durante tantos días había esperado, se acercó a ella para besarla de nuevo.

¡Al fin lo había dicho! Se enorgulleció Carol. ¡Qué fácil le había resultado esta vez! Enseguida cayó en la cuenta…quizás hubiese sido el hotel. Quizás no, estaba completamente segura. Alguna influencia había ejercido sobre ella aquel lugar para no permitirle decirle al ser que más quería en su vida lo mucho que lo quería. Ahora, libre de aquellos tentáculos, pudo decírselo una y mil veces.

Y allí permanecieron durante largo rato, demostrándole al mundo entero con sus apasionados besos, lo orgullosos que estaban de su amor y lo felices que eran, y fueron durante años. Aunque ninguno de los dos fuese consciente del lugar en el que estaba, pues ya estaban juntos y nada más importaba.

FIN

*********************************************************************************

Gracias ya por última vez. Os quiero a tod@s. Chilin.

El hotel (El borrador)Where stories live. Discover now