Cerrar los ojos

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío.

Pd: Contenido para adultos en este capítulo.

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Desde su lugar junto a la puerta de la cocina, la que daba al patio, Cassandra volvió a repasar con la vista la habitación, ni siquiera pensando en intentar borrar la sonrisa que sabía que tenía bien puesta en la cara.

Los ánimos ya se habían calmado un poco desde la aparición de la mujer con el hijo perdido de Bill en brazos. Se habían calmado bastante, la verdad.

La mujer se llamaba Abby. Abigail McCarthy. Y después de decir aquel "tengo algo que te pertenece", la misma Abby había notado un poco tarde que, quizá, debió ser un poco más clara...porque el pequeño niño pelirrojo, Luke, no era hijo de Bill. Ni era él a quien se refería con el "te pertenece".

-¿Ah? ¿Luke? ¡No! – había gritado la mujer, antes de mirar con cuidado al niño y bajar la voz, como para no despertarlo -. No era a eso a lo que me refería, Merlín. Me refería a esto.

En un rápido movimiento, Abby había lanzado algo hacia Bill. Que aún tenía puesta la cara de "me-tienes-que-estar-jodiendo" y los reflejos, al parecer, apagados. Por suerte Fleur aún estaba atenta y alcanzó a alzar una mano y frenar el pequeño objeto antes de que le diera a Bill de lleno en la nariz.

Bill había mirado el pequeño colmillo-arete en la mano de su esposa, había vuelto a mirar a la mujer. La había llamado por su nombre, Abby, y...la mujer se había balanceado sobre sus propios pies, amenazando con caer desparramada, niño ilegítimo en brazos o no.

Ulrich había semi-zanjado el asunto, cuando en dos largas zancadas estuvo junto a ella, sujetándola de los brazos y empujándola hasta una de las sillas.

Al final, resultó ser que Luke no era hijo de Bill, y que él y la mujer sólo compartían una antigua anécdota en la que Bill le robaba un arete de colmillo. Arete que resultó ser además una reliquia familiar de Abby, agregó al final la mujer con expresión algo molesta.

Aunque Cassandra sospechaba que, quizá, era algo más que una anécdota lo que Bill había compartido con ella años atrás, porque incluso con el pequeño malentendido ya aclarado, se le veía un poco (muy, muchísimo) nervioso.

El pobre diablo.

Ulrich le había servido algo de sopa de verduras y pan a la recién llegada y se había ofrecido a llevar al niño, aún dormido, a alguna de las habitaciones para que ella pudiese comer tranquila.

Abby se había negado, queriendo tener al niño cerca de ella.

Y así era como Luke había terminado durmiendo en los brazos de Fleur, que se había sentado junto a Abby y ahora hablaban en voz baja, mientras la mujer comía con movimientos lentos y cansados, intercalando miradas de soslayo entre su hijo y Ulrich, que la vigilaba con ojo de halcón.

Y Bill viéndose muy pelirrojo en contraste a su piel pálida. Y viéndose muy miserable, también. Cassandra de verdad intentó no reírse de él, pero Dios, se lo estaba poniendo difícil.

La mayoría de los que habían participado en la redada ya se habían retirado. No era tan tarde, pero de todas formas y pese al ambiente animado propio de una pequeña-gran victoria, el cansancio era evidente en las expresiones de todos.

Sirius estaba sentado al otro lado de la mesa, hablando con Oliver y Filippa, vasos de whisky frente a ellos. Y Cassandra podía apostar su vida y la de su gata a que el tema de conversación incluía escobas voladoras y técnicas de evasión.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now