Creer

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y).

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El corazón de Cassandra dejó de latir.

Así de simple…sencillamente, dejó de hacerlo.

El muy maldito traidor.

Cassandra no estaba completamente segura de cuánto tiempo estuvo así. Sin respirar, con un corazón congelado, mirando directamente a los ojos de ningún otro, sino Sirius Black; sin atreverse a mover siquiera un milímetro los ojos.

Ni mover un milímetro nada.

Se quedó congelada, siendo sólo medianamente consciente de la postura rígida del hombre que había plagado sus pensamientos los últimos días y que ahora estaba junto a la puerta cerrada, viéndose homicida.

El mismo tiempo parecía haberse detenido.

Y lo peor, absolutamente peor de todo no era que estuviese congelada en una posición; sino que era una pésima y, sobre todo, muy poco digna posición para quedarse congelada.

Es decir, si iba a ser sorprendida y terminar como estatua frente a Sirius, ¿por qué no podía ser mientras…se maquillaba? ¿O mientras se desperezaba, caminando y estirándose con la elegancia de Mina? ¿O mientras….hacía yoga?

Sí hiciera yoga, claro…

No, por supuesto que no. Sirius tenía que encontrarla escondida bajo las sábanas, hecha una bola sobre sí misma, con el trasero hacia el cielo, como ofrenda a los dioses que, claramente, la habían desamparado.

Y encima de todo, se quedaba pegada así, en vez de buscar de inmediato un cambio en su poco decoroso estado.

¿Y por qué le importaba, en todo caso?

Cassandra no pudo evitar preguntárselo. Y desear golpearse a sí misma.

El plan ya estaba claro en su mente. Debía recuperar un poquito más sus energías y largarse lejos. Si la vida era buena, podría intentarlo esa misma tarde, antes de la cena. Era lo que debía hacer. Dejar de andar en las nubes y poner los pies en el suelo de una vez por todas. Ser realista…

¿Cierto?

Tan pronto como Sirius movió un músculo, el mundo pareció ponerse de nuevo en movimiento, en una mezcla de altas y bajas velocidades.

Ella se movió y giró lentamente, hasta quedar sentada con las mantas sobre los hombros mirando a Sirius, que también se movió lentamente hasta quedar de pie justo a los pies de la cama. Pero el corazón y cerebro de Cassandra corrían a toda velocidad.

Y, para su máxima desgracia, sus mariposas lo hacían también.

¿Qué quería decirle Sirius? ¿Iba a echarla de su casa? Quizá fuera lo mejor…se ahorraría el tener que salir a escondidas. Por Dios, era tan cobarde a veces.

Soltando un pesado y apenado suspiro mental, Cassandra miró con atención a Sirius, deteniéndose en sus ojos grises.

La desconcertaba un poco el brillo de furia que había en ellos. Cassandra esperaba que se mostrara nervioso ante ella, como no queriendo tenerla cerca, pero sin saber qué hacer para quitársela de encima.

Esperaba verlo incómodo, considerando que la última vez que lo había visto, se había derrumbado encima de él vergonzosamente.

Esperaba que, incluso, se mostrara indiferente y la ignorara.

O que no se mostrara para nada.

Pero enfadado…no era una de las opciones que había considerado. Y se había pasado mucho tiempo considerando posibles opciones.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now