Vecinos nuevos

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Disclaimer: si leen algo y les parece familiar, no es mío.

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19 de septiembre de 1997, Wimbledon, Londres

Cassandra había escuchado más de una vez que existían diversos y variados tipos de familias y ella y Sirius se estaban aprovechando de esa concepción popular en particular. Nadie tenía que saber que eran Cassandra y Sirius, novios hace menos de tres semanas. Podían ser una pareja comprometida, un par de hermanos de paseo en el país, un hombre de negocios y su sobrina. O un par de ancianitos, enamorados hace 45 años.

Gracias a Merlín, y al cerebro avanzado de Sirius que había aprendido hechizos más que útiles en sus años de estudiante (hechizos que claramente no salían en los libros de Hogwarts), habían podido personificar distintas parejas, realizando cambios en sus facciones y en sus colores de piel y cabello. 

No eran disfraces perfectos, pero a menos que se mirara muy, muy de cerca, nadie podría notar a primera vista que se trataba de Cassandra Lestrange y Sirius Black.

Por ejemplo, en ese preciso momento, eran Roselyn y Mitchell Milano, una pareja de origen italiano, erradicada en Inglaterra ya hace muchos años. O al menos eso decía en sus papeles de identificación. Sirius tenía aún algunos "amigos" en el barrio bajo.

Cassandra miró a su alrededor, arrastrando su maleta marrón rojizo con una mano, usando la otra para mantener un agarre firme en el brazo de Sirius que caminaba confiado y tranquilo a su lado, bajando por Saint Mary's Road, la gente no dedicándole a ambos más que la típica mirada que se le dirige a dos desconocidos con los que se cruza camino en la calle.

Cassandra estaba nerviosa, debía ser la primera en admitirlo. No era la primera vez que paseaban de la mano en la mitad de un camino, cruzando miradas desinteresadas (o que pretendían parecer desinteresadas) con extraños en la calle, pero aún así no lograba sentirse tranquila, sabiendo que estaban tan...abiertos a algún ataque.

El primer lugar al que habían ido después de abandonar la cabaña de Ulrich, había sido Blackbourn, al este de Rochester. Habían seleccionado una pequeña casa muggle en Lynwood Road, porque sabían que estaría desocupada por algunas semanas, pues los dueños salían (malditos afortunados) de vacaciones a Francia. Los vecinos eran escasos, por lo que la necesidad de usar hechizos y encantamientos Confundus y Obliviate se reducían de forma significativa. 

Habían estado ahí por cerca de una semana, donde habían acordado, además de la necesidad de disfraces, la necesidad de contar con seguridad y vías de escape preparadas, en caso de que quisieran hacer de su estadía algo más largo que siete días.

El segundo lugar al que se movieron fue a Swindon, en una casa de dos pisos en Rosebery Street. La casa pertenecía a una pareja anciana, proveniente de Alemania y Sirius y ella habían jugado el papel de sus sobrinos, que venían de viaje a Inglaterra. Decir que Cassandra rodó por el suelo de la risa al ver a Sirius luciendo cabello rubio platinado, sería el eufemismo del año.

Aún caminando a su lado, Cassandra miró de reojo a Sirius. Pese a verse compuesto y calmado, Cassandra podía ver más allá de eso. Sus ojos, ya no grises, sino azules, miraban atentos a cualquier detalle que pudiese desarrollarse y transformarse en algún tipo de amenaza. Ahora ya no llevaba cabello rubio, sino negro azabache, corto y liso. Gracias a Merlín por eso, Cassandra de verdad pensaba que había desarrollado abdominales de acero de tanto reírse de la versión Rubia de Sirius.

Sirius que, ahora, no se parecía mucho a su Sirius. El cabello oscuro y los ojos azules no eran los únicos cambios en él. Sus pómulos eran menos altos, sus facciones menos afiladas y su frente más amplia. Su piel pálida era la misma de siempre y combinaba con  la piel de Cassandra, un tono más clara de lo normal.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now