Reencuentros

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Disclaimer: si leen algo familiar, no es mío.

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-Aquí tienes. Tiene encima todo el azúcar que fue posible disolver.

-Gracias.

-Vas a morir a los 30 años si sigues tragando esas cantidades de azúcar.

Sirius, a su lado, acompañó las palabras con una mirada de desaprobación dirigida a la taza de café azucarado que acababa de pasarle Filippa. Cassandra miró su taza como solía hacerlo cuando sabía lo realmente dulce que estaba. Con amor.

-Amor, preocupémonos de que llegue a los 21, ¿te parece? Con la cantidad de sustos que me estoy llevando, no voy a lograrlo sin café y azúcar.

-Y hielo -interrumpió en la sala Ulrich, cargando en una mano una taza humeante y en la otra una bolsa de hielo -, mucho hielo. Ponte eso en el hombro, ¿quieres? Está cerca de alcanzar el tamaño de tu cabezota.

Cassandra intentó mirarlo feo y negarse al hielo, pero Sirius tomó la bolsa por ella y la instaló con suavidad sobre su hombro izquierdo.

Ulrich fue a sentarse en la cabecera de la gran mesa, a su alrededor las caras apesumbradas abundaban. Charlie y Cyril estaban detrás de él, el ojo derecho de la mujer levemente ensombrecido por un moretón en formación. Cyril se veía bien.

Sentado a la derecha de Ulrich, estaba April, pálida como un fantasma, el ceño fruncido en lo que Cassandra pensaba era una mezcla de dolor y de enfado. A su lado, Damian igual de pálido, viéndose agotado como el infierno y con los ojos fijos en el brazo gruesamente vendado de April. Ulrich le había mencionado cuando ellos recién habían logrado abrirse paso hasta la cocina de La Resistencia que habían tardado bastante, antes de lograr detener el sangrado del brazo de April.

Filippa se sentó al otro lado de Cassandra, su cabello volvía a estar suelto y sobre sus hombros en una maraña bien organizada. Tenía un corte en el labio, que además de comenzar a inflamarse empezaba a tomar un horrendo color negro azulado, y una mano amoratada, pero se veía calmada y tranquila.

Callista estaba sentada frente a ella, sus ojos enfocados en la ventana a un costado de Ulrich, su mente claramente en otro lado, lejos de aquella cocina. Su brazo izquierdo estaba en manos de Emerick, quien estaba ocupado en vendar la herida profunda en la cara interna del antebrazo con la que Callista había vuelto a la Casa. Los ojos del hombre se movían de forma intermitente entre la cara de Callista y su brazo.

-Entonces, ¿algo que rescatar de este fracaso de misión?

El silencio se mantuvo por un segundo antes de que Filippa alzara la mano.

-Eh..¿que estamos vivos?

-Ninguna misión es un fracaso - aprovechó de agregar Cassandra, acomodando bien el hielo sobre su hombro -, de todas podemos aprender algo. Me lo dijo un conocido - agregó mirando a Sirirus.

-Suena muy sabio.

-Es que es un conocido muy anciano - le respondió Cassandra a Filippa, enviando además una sonrisa en respuesta al ceño fruncido de Sirius.

De reojo, Cassandra vio como Basile se les unía en la cocina, estaba demasiado pensativo y silencioso, le pareció. Y serio, muy serio, parado en la puerta y apoyado en el dintel.

-¿Qué sabemos de nuestro rehén? No lo mataste, ¿cierto? - eso último lo dirigió a Ulrich,

-No, no alcancé - dijo el hombre, mirando con cara de pocos amigos a Basile -. Llegó acá el caballero de armadura dorada a salvar a la damisela en apuros.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now