La Resistencia - Parte 2: Potterwatch

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío.

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Finalmente, ni ella ni Sirius resultaron heridos durante el escape de Essex. Al menos no heridos de gravedad. Sirius tenía un corte feo en la frente y un moretón del tamaño de Kreacher en uno de los costados, pero además de eso, estaba sano y salvo.

Ella, por su parte, tenía la piel del brazo izquierdo algo sensible y enrojecida, donde le había caído el agua hirviendo de la tetera explosiva y el lado derecho de la cara lleno de pequeños cortes, que no recordaba haberse hecho, pero que ahí estaban.

Eso había sido hace dos días y ninguno de los dos había logrado dormir mucho. Tenían apuro por recuperar el tiempo que pasaron simplemente huyendo. Sirius le había pedido que enviara un patronus a Remus, pensando que el suyo sería reconocido si alguien más lo veía.

Un perro lanudo ladrándole a Remus Lupin en público no era la mejor manera de mantenerse al margen. Ni de ser sutil, no.

Así que el de Cassandra tendría que servir. No que un maldito y enorme elefante brillante y plateado fuera mucho más sutil, pero era lo que tenían.

Remus había enviado un patronus, o más bien le había pedido a alguien que enviara el patronus y, un par de horas después, un pingüino plateado les había dado una fecha, unos números y una palabra. Sirius llevaba horas y horas dándose cabezazos contra las mesas, sillas y muebles en general, intentando descubrir qué era lo que le querían decir.

Habían decidido trasladarse a un vecindario de magos, en vez de uno muggle, en una pequeña, pero muy acogedora casa abandonada en Cliffe Woods, llamado Tea Valley, al norte de Rochester, en Kent. Hasta el momento, era el lugar que más le había gustado a Cassandra. El patio era hermoso, lleno de malezas y flores muertas, pero prometía primaveras coloridas. Tenía un árbol atrás, un manzano, y un pequeño estanque. Era el tipo de lugar donde a ella le habría encantado vivir.

Que fuera un vecindario mágico también les permitía llenar el lugar de hechizos protectores y no llamar tanto la atención, no eran los únicos intentando proteger sus propiedades. Y el lugar estaba abandonado desde hace unas buenas semanas, o al menos eso habían escuchado de los vecinos.

–Entiendo la fecha, es claro, es hoy. La hora, también es obvio. El nombre...puede ser alguna clase de contraseña, pocos están relacionados o conocen ese apellido, la línea ya desapareció con Fabian y Gideon. ¿Pero qué carajo quieren que haga con los números? Quieren comunicarse, pero...¡AHG!

Cassandra no se molestó en responderle. Lo había intentado al principio, pero Sirius descartaba con un manotazo al aire cada una de sus ideas y cada vez gruñía más y más, así que Cassandra dejó de intentarlo. De hecho, estaba segura de que ni siquiera le hablaba a ella, sino a sí mismo.

El mensaje había sido: Doce de octubre. Once PM. 104 9. Prewett.

Era doce de octubre y eran las...las 10:31 de la noche, confirmó Cassandra mirando el reloj sobre la chimenea apagada...y Sirius se estaba volviendo loco. Y la estaba volviendo loca a ella.

Las cortinas de las ventanas estaban en su lugar, llenando la sala de estar y el comedor de penumbras, que ellos combatían con dos velas sobre la mesa y otro par repartido por el lugar. Querían mantener la imagen de casa abandonada y eso incluía luces apagadas y ventanas cerradas.

Cassandra decidió dejarlo hablar solo y siguió con su tarea...es decir, pelar fruta y picarla sobre un pequeño bol. Esa sería la cena, no tenían mucho más de donde elegir.

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