Atracción

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y)

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Soltando un suspiro, Sirius se dejó caer pesadamente sobre una de las sillas de la mesa que ocupaba gran parte de la cocina de La Madriguera, aún sobando su nariz adolorida.

Había más personas con él en la cocina, pero la mente de Sirius se encontraba aún en la habitación de la que había sido expulsado hace menos de un minuto. La que, se supone, era su habitación. Aunque sólo fuera un arreglo momentáneo.

Había subido a la habitación con la intención de dormir un par de horas.

Después de varios días, Sirius consideraba que podía tener un minuto de descanso. Estaban todos en la casa, La Madriguera, tan seguros como podían estarlo. Se había asegurado de que Harry estuviese bien. Sacudido, maltrecho y maltratado, pero bien. Bill se había ofrecido para reconocer el terreno en el que el cuerpo de Alastor había caído, con la intención de recuperarlo y darle sepultura. Sirius no tenía mucha esperanza con eso, pero había que hacer el intento. La chica, Cassandra, estaba descansando en alguna parte de la casa después de rescatar a Harry. Merecía descansar después de toda la actividad que había tenido.

Sirius no podía recordar de dónde la conocía y eso lo sacaba un poco de quicio. Sólo un poco.

Sabía que la conocía de alguna parte y se había pasado varios minutos con los ojos fijos en ella intentando descubrir qué era lo que le parecía tan familiar. Y no había conseguido nada.

Aunque Sirius debía reconocer (aunque fuera sólo a él mismo) que había otro motivo por el que se había pasado varios minutos mirándola fijamente.

Por alguna razón (que no alcanzaba a comprender), Sirius sentía…cierta atracción hacia ella. Lo que no sólo era muy extraño sino que además lo confundía más de lo que estaba dispuesto a confesar. Era esa clase de atracción que no había puesto pie en su cuerpo desde que era un jovencito hormonal que no podía evitar saltarle encima a cualquier ser humano que usara falda (y que no fuera un hombre escocés).

Lo confundía, y hacía que le dieran unas casi irreprimibles ganas de patearse a sí mismo. ¿En qué estaba pensando? La chica podía ser perfectamente su hija.

Y sin exagerar. Con lo precoz que había sido en su adolescencia, podría ser PERFECTAMENTE su hija.

Pero, aun sabiendo eso, Sirius no pudo evitar notar lo atractiva que era.

No pudo evitar notar, por ejemplo, que tenía facciones bonitas y poco comunes. Tenía la línea de la mandíbula bien marcada, pero su cara tenía forma de corazón. Sus pómulos eran altos, pero rellenos de una forma saludable y estaban salpicados de pecas. Sirius no podía creer que las había contado. Dos veces.

Había notado también que su piel, pese a que estaba pálida por la pérdida de sangre, se veía suave y cremosa y Sirius se encontró un par de veces recordándose que no debía tocarla.

Notó también que sus ojos eran grandes y de un rico color marrón y sus labios…Merlín, sus labios hacían que Sirius quisiera darse a sí mismo con un palo. Su labio inferior era más grueso y relleno que el superior y ambos estaban hermosamente delineados, casi como si alguien se hubiese dado el tiempo de enmarcar sus labios con un lápiz. Un lápiz de un sexy color rosa. Un lápiz con el que, además, habían aprovechado de escribir un claro mensaje para Sirius: "besar aquí". Lo que hacía que Sirius quisiera abandonar el plan de darse a sí mismo con un palo y simplemente correr a darse de cabezazos contra la chimenea.

Era un triste y maldito pervertido, no quedaba más explicación.

Acariciando su nariz adolorida con el dorso de su mano, Sirius recordó el golpe que le había dado Cassandra cuando había despertado asustada.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now