Novia

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y).

Advertencia: después de esto, creo que sí deberemos subirle el "PG-13" a algo más grande ajaja ;D

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26 de agosto de 1997

Era probable que, quizá, Cassandra cometiera asesinato aquella tarde.

Llevaba varios días ignorando sus crecientes y crecientes deseos homicidas, pero las cosas estaban alcanzando ya el límite de paciencia de Cassadra.

¿Quién pensaría que ella, que había vivido tantos años bajo el mismo techo que Elessa Lestrange, realmente tenía un límite de paciencia?

Por el momento su mejor teoría era que, hasta ese entonces, no había conocido a nadie que se esforzara tanto en romper aquel límite. Y Merlín sabía que Sirius estaba lográndolo.

Ya habían pasado varios días desde que ella y Sirius compartieron aquellos besos (y qué besos...) en la habitación de Sirius, cuando él se había esforzado tanto en convencerla de que, de verdad, estaba interesado en ella. Que, de verdad, la consideraba una mujer...bonita.

Nunca nadie le había dicho que era bonita.

Era algo pequeño, y bastante idiota, ahora que lo pensaba con más detenimiento, el hacer tanto escándalo porque le dijeron "hey, creo que eres linda". Pero Dios y todos sus otros amigos dioses sabían lo mucho que había significado para Cassandra que Sirius pronunciara esas palabras.

Alguien la quería. No en el sentido de...amor, aunque la niña soñadora dentro de Cassandra no perdía la esperanza al respecto. Sino que "quería" en el sentido de que alguien la quería dentro de su vida. A ella.

A ella, con su vida oscura y su millón de cicatrices. A ella, con sus desconfianzas y dudas.

A ella, con su trasero enorme y su amor por los dulces.

Nadie lograría nunca convencerla de que era algo pequeño. Era algo enorme. Importante. Importantemente enorme. Lo que le había dicho Sirius, no su trasero.

Y ahora ella quería saltar y abrazar su destino...o saltar y abrazar a Sirius, que era prácticamente lo mismo, y el muy idiota la ignoraba como a la plaga.

El tercer día después de que Sirius le presentara a su buen amigo y muy bien educado Señor Hipogrifo, Cassandra lo había encontrado tomando café en la cocina, sin más compañía que Kreacher, que se movía de allá para acá, cuchara de palo en mano.

Cassandra lo había regañado, intentando contener la risa, por supuesto, porque no sólo le hablaba de un canario y le presentaba una bestia de dos toneladas de peso, sino que el amigo cocinero que ella asumía era Kreacher, no era otro sino un poco agraciado, pero muy servicial elfo doméstico.

Parecía pasar de desengaño en desengaño en lo que a Sirius se refería y se lo dijo aquella mañana.

–Nunca pensé que el renombrado Kreacher sería un elfo doméstico le dijo Cassandra a Sirius, luego de haber saludado y haberse presentado ante el famoso cocinero de sopas de cebolla ¿Va ser algo común entre nosotros, esta sensación de haber sido engañada, Sirius? Porque si es así, quizá quiera arrepentirme...

Dicho eso, Cassandra se había inclinado sobre la mesa y se había tomado de un solo sorbo el resto del café tibio de Sirius, antes de devolverle la sonrisa.

Entonces se había inclinado aún más, hasta alcanzar sus labios y antes de que supiera qué estaba sucediendo, Cassandra estuvo sobre su regazo, brazos sobre los hombros de Sirius, manos entre su cabello, dientes mordiendo sus labios; maldiciendo, por lo demás, su estúpida necesidad de respirar, porque no quería interrumpir aquellos maravillosos besos.

Ovejas NegrasWhere stories live. Discover now