—Entiendo, pero... ¿Cómo pensaban engañar al papá o no les importaba que supiera que no se han dejado de ver?

Le llevó más de treinta minutos contarme todo, según, el trato que hizo con Saúl, debía dejar la ciudad y cortar toda comunicación con Sebastián. Ellos habían planeado ser más discretos. Manu cambió el sitio donde hacía pasantías, dejó de frecuentar los mismos lugares e incluso de salir en fines de semanas. Se miraban en el departamento de Manu, tres veces por semana, esperando que el tiempo pasara y sobre todo que, a Saúl se le saliera la idea de la cabeza de que todavía estaban juntos.

Casi lo estaban logrando hasta que Santiago lo vio, aunque aún no había dicho nada, estaba convencido que en poco tiempo Saúl se iba a enterar de todo.

—Pero si Sebas se lo pide, tal vez lo convence de quedarse callado.

Manu río negando, como si le acabase de decir lo más gracioso de la noche.

—Valentina, Santiago vive por la aprobación de su papá, jamás le mentiría o le escondería algo.

—¿Sí? A mí me pareció algo diferente la única vez que los vi juntos. —Recordé.

—No lo soporta, pero a toda costa se esfuerza por quedar bien con él. Santiago no tiene vida propia por hacer crecer el peor negocio del viejo, lo puso frente de ese centro comercial que estaba casi en la ruina y en un año es el más popular de la ciudad, siempre lo expone a situaciones insuperables solo para ponerlo a prueba.

—¿Por qué haría eso? ¡Es su papá!

—No lo sé, Valen, ese señor es lo más extraño del mundo. Sebastián dice que es más estricto con Santiago por ser el mayor, también porque es el que más lo desafió en sus años adolescente, no lo sé, lo único que tengo seguro es que es un controlador, los manipula a los tres de diferentes maneras, su enfermedad, el recuerdo de su mamá, y hasta con la misma Sandy, por eso Santiago volvió a vivir con ellos.

El estrés crónico de Santiago debía venir por su papá. Me imaginé por un segundo lo difícil que debía ser vivir con alguien así, y hasta llegué a sentirme mal por todas las veces que pensé que era un amargado sin remedio.

—Dijiste que Sebas era el más normal de todos, ¿Qué quisiste decir con eso?

—Sandy está loca, llena del drama típico de su edad, que ella lo lleva a niveles increíbles. Santiago es un tipo metódico en exceso, obsesionado por el trabajo, demasiado riguroso hasta con el mismo, y Sebas... bueno. —Sonrió—. Tiene una debilidad por la adrenalina y eso es todo lo extraño en él.

—¿Conoces bien a Santiago?

Me acerqué aún más a él, sintiendo una especie de temor por su respuesta.

—Sé lo que quieres saber, no es de muchas chicas, en realidad, sí, pero es algo que mantiene al margen de su vida familiar. He conocido solamente dos novias suyas, y llevo años frecuentando su casa, como amigo de Sebas, antes que todo se descubriera hace casi un año. —Noté un rastro de tristeza en su voz, que egoístamente ignoré.

—¿Qué pasó con esas novias?

—Lo dejaron, tenían que hacer cita con su secretaría para verlo, básicamente eran las amantes. El trabajo su única esposa. —Río como si hubiera dicho algo gracioso, aquello me pareció preocupante.

—¿Y las otras chicas? ¿Cómo sabes que es de muchas y?

—No puedo creer que te guste Santiago Sada. —Me interrumpió, hablaba de una forma tranquila sin saber que todo lo que decía me sumía en una serie de dudas que fueron las causantes de que quisiera huir—. Es un sujeto aburrido, demasiado formal, estar con él debe ser un dolor de cabeza, seguramente agenda hasta las citas para sexo. Debe de programar cuánto tiempo tiene que durar antes de correrse, me imagino en su agenda escrito, veinte minutos preludio...

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Where stories live. Discover now