—¿Consejería? —abro la libreta— No sé llevar las riendas de mi propia vida, es poco ético dar consejos y escuchar confesiones.

—Lo sé, créeme que es una de mis mayores preocupaciones, pero el señor me ha hablado y entiende que es por el bien de los niños.

«Como lo dije terminaré crucificando a alguien»

—Te esperan en la iglesia al mediodía, ¿Ya estás listo?

—Desde que me levante.

Ambos me reparan.

—¿Y la ropa que te envié? —pregunta el padre.

—Solo me falta el alzacuello —lo busco en el cajón acomodándolo bajo las solapas de la camisa.

—Hijo, no puedes presentarte así. Nadie creerá que eres un sacerdote.

—¿Que tiene de malo? —me levanto posándome frente al ventanal. 

—Lindo zapatos —se burla Patrick y le lanzo la primera mirada de advertencia.  

—Te ayudo  —se levanta el padre Santiago.

Me arregla las hombreras  antes de acomodarme las mangas de la camisa negra. 

—¿Que te paso en el cuello. 

—Tuve que tapar el tatuaje. 

—Di que te pico un insecto y no dejes que por nada del mundo vean las marcas de los brazos, a la madre superiora le daría un infarto si las ve —saca una peineta del maletín— Arréglate el cabello.

Me ofrece un sobre con fijador.

—Tiene que verse así —señala su peinado— Todos en la orden lo usan igual.

—¿Y qué hacen con los calvos? —inquiero— ¿Imaginan el peinado de pedófilo santurrón?

Se mueve incómodo.

—La soberbia es un pecado, hijo.

—También el abuso sexual a menores.

—Si estoy aquí es porque quiero ayudar.

—El equipo lo espera coronel —se mete Patrick con su tono de "No te salgas de control"— Hagámosle caso al padre y apuremos las cosas.

Entro al baño arreglándome el cabello lidiando con el adhesivo temporal que tapa el tatuaje «Pica a cada nada» 

Me aseguro de no tener marcas a la vista, me coloco la chaqueta de cuero y busco lo que requiero preparándome para largarme. 

—Mi coronel —Parker me espera en el pasillo.

Me repara «Debo verme como un imbécil así» 

— El ministro acaba de llegar.

—Termino la gira —me encamino al ascensor— De seguro se dio cuenta que soy pésimo para el papel de cura y quiere corregir este circo.

—Lo dudo —me sigue— Tiene al equipo formado en el estacionamiento.

«Maldita sea» Últimamente nadie da buenas noticias.

—¿Qué novedades tienes?

—Nada diferente a los mismo, como cosa rara Antoni volvió a desaparecer. No se le ve mucho ahora que no tiene necesidad de moverse para hacer dinero.

—Claro, solo se mueve cuando intenta matarme.

—Bratt llamo e informó que se presentará en el centro en una semana ya que legará con los diáconos como lo demanda su papel. 

LUJURIA  - (Ya en librerías)Where stories live. Discover now