62. Soluciones temporales

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Me giré hacia la continuación de la calle, pretendiendo seguir mi camino hacia la nada misma. Pero Scott, como si fuera Flash y no un simple hombre lobo, me impidió el paso poniéndose enfrentado a mí.

—Scott, aléjate, por favor. —rogué, pero mi voz salió algo quebrada. Podía ser consecuencia del frío de la lluvia, del llanto o simplemente del cansancio.

—Eres mi mejor amiga. —dijo él como si fuera excusa suficiente para aguantarme y a mis problemas. Eso me dio aún más ganas de llorar.

—Sólo te lastimaré... —insistí mirando al suelo. Me costaba mucho poder hacerle entender al resto lo peligrosa que soy. Quiero que se aleje, pero a la vez quiero que me haga quedar.

Scott se adelantó y me envolvió en un repentino abrazo. Intenté librarme de él, por mucho que quiero ese abrazo no es lo que merezco. Pero no tenía fuerzas, él sí (encima fuerza sobrenatural). No podía hacer que me deje de sostener. Y no pude contenerlo más.

Sollocé sin miedo a que me escuchen o me vean.

•••

Scott me hizo entrar a la clínica unos minutos después de encontrarme varada en la calle. Mi cabello chorreaba gotas y mi ropa estaba extra empapada. Scott no tenía un aspecto distinto al mío. Tomó mi mano y no la soltó. Me guió hasta uno de los armarios. Me hizo entrar, cerró la puerta y me entregó una toalla esponjosa. Supongo que son las que usan para los animales aquí.

No pensé en eso y me empecé a secar el cabello más que nada. No mencioné palabra después del abrazo. Quería distraerle y huir ni bien pueda. Pero a la vez me costaba abandonar a mi mejor amigo de toda la vida.

Él tomó otra toalla y se secó su cabello, un poco sus brazos y cara. Hice lo mismo. Un rato después, me encontraba menos mojada. Al menos no dejo un rastro de gotas por donde camino. Salimos del armario. Scott volvió a tomar mi mano, como si fuera garantía de que no me escaparía.

—Stiles está aquí. —mencionó, rompiendo el hielo. Asentí. Lo sabía, vi su Jeep. Y la escena en mi mente. Incluso es irónico que haya terminado aquí—. El nogitsune nos engañó. Pretendiendo que era Stiles, cuando en realidad era él. —explicó con más detalle—. ¿Tú...?

—Soy yo. —dije con dureza pero no a propósito—. O eso creo... —agregué en un susurro. La escena del baño en el departamento de los Argent me hizo dudar.

—Deaton puede asegurarse de eso. Encontró una especia de acónito, creo, que hace mal al zorro. Le inyectó a Stiles y en segundos ya estaba dormido como un bebé —exclamó algo entusiasmado. Scott era demasiado inocente—. Ven, por aquí.

Me guió hacia la usual sala de espera. Kira estaba ahí. Igual de mojada. Sostenía una bolsa con hielo en su cabeza, supongo que se habrá golpeado en algún momento. Salvando eso, parecía estar bien. Le dediqué una sonrisa sin humor como saludo. Ella asintió.

Quise soltar la mano de mi amigo. No me parecía correcto sostenerla mientras que su algo-como-novia estaba ahí presente. Pero Scott no me dejó soltarle y a Kira no pareció importarle. Pasó de largo hacia las otras puertas, donde Deaton hace sus consultas específicas. Donde se encontraban las mesas de metal.

Stiles estaba sobre una de ellas. Dormido, como había dicho Scott. Logré ver el pinchazo que le dio el veterinario. Las venas a su alrededor se tornaron negras. Oscuras.

Paranoia [Teen Wolf]Where stories live. Discover now