60. Wake me up when you need me

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60. Wake me up when you need me

Repiqueteaba mi pie contra el piso del Jeep. No podía esperar a llegar a la estación. Miré otra vez hacia afuera, el clima se había puesto horrible en pocos segundos. Había oscurecido de pronto por la presencia de grandes nubes grises. Incluso parecía ser de noche. Pronto llovería, tal vez incluso una tormenta.

—Me pones nervioso. —indicó mi hermano a mi lado. Ignoré su comentario, intenté detener los movimientos (y ruidos) que hacían mi cuerpo pero me costaba. Estaba sumamente nerviosa. Y todo lo que viví desde que "desperté" del nogitsune no ayuda con mi ansiedad.

Necesito estar en la estación ahora. Ver a Derek y asegurarme de que esté bien. Es un hombre lobo, las heridas de su espalda se curarían... O eso espero.

Tardamos otros cinco minutos más en llegar. Los cincos minutos más largos de mi vida. Más largo incluso que los que dice el entrenador cuando corremos. Stiles no llegó a sacar la llave del motor y yo ya estaba afuera del coche. Corrí sin rencor hacia dentro de la estación. Papá ya había llegado con los otros oficiales que habían ido al instituto.

Todo era un caos. Había pedazos de madera y vidrios por doquier. Los escritorios del frente todos desordenados y llenos de polvo del aserrín de la madera. Incluso había un extraño aroma en el lugar, a quemado. Habían oficiales en el suelo. Logré ver a papá que se acercaba a un par para poder ayudarles, conteniendo las heridas provocadas por la explosión hasta que los paramédicos lleguen.

Stiles y Scott entraron unos momentos después de mí. Ningún oficial se dio cuenta de que estábamos ahí dentro y si se dieron cuenta no hicieron nada al respecto. Creo que había demasiada conmoción por el explosivo que tres adolescentes en una escena del crimen era lo de menos.

Perdí noción de mi alrededor y de las personas cuando identifiqué a mi lobo gruñón. Usaba su usual chaqueta de cuero, una remera básica gris y sus jeans. Sin importarme si pisaba vidrio o algún otro explosivo, me acerqué a él. A su lado, sosteniéndole de pie, estaba el señor Argent. Mi cerebro no se tomó el tiempo para pensar qué hacían Derek Hale y Chris Argent en la comisaría.

—Me salvaste la vida —escuché que dijo el hombre mayor. Sus ojos celestes miraban con sorpresa al hombre lobo. Tampoco entendí a qué se refería hasta que me di cuenta de que el padre de Allison apenas salió herido por toda la explosión. Es decir, no tenía visibles heridas como el resto de los presentes.

Observé a Derek mientras me acercaba para ayudar a sostenerlo en su postura. Su cara estaba cubierta de sudor, tenía notables ojeras debajo de sus ojos y su mirada era ausente, como si le costara percibir lo que pasa a su alrededor. Una bomba aturde al oído humano, sería mucho peor para un hombre lobo. Sin mencionar que su espalda estaba astillada por miles de pedacitos del vidrio que separaba la oficina de papá del resto de la estación. Derek parecía estar por desmayarse y estaba en todo su derecho. Incluso los hombres lobo tienen límites.

Derek colapsó contra el cuerpo del señor Argent antes de que incluso pudiera verme. Sus ojos se cerraron al chocar la cabeza contra el hombro del cazador. Al caer así contra el mismo, pude observar con más detalle su espalda. Me mordí el labio para contener mis ganas de llorar. Los pedazos de vidrio eran grandes y pequeños. Algunos del tamaño de mi mano, otros apenas llegaban a ser del tamaño de una uña. Le cubrían literalmente toda la espalda, perforando la chaqueta e incrustándose debajo de su piel. Incluso los pedazos más grande tenían sangre en ellos.

Paranoia [Teen Wolf]Where stories live. Discover now