20. Memories

5.4K 528 135
                                    

20. Memories

—Aquí tienes.

Él cerró la puerta después de entregarme su chaqueta de cuero. Me quedaba grande pero me abrigaba. Podía reconocer su aroma que desprendía de la prenda. Una sonrisa tonta me embriagó. La cual borré cuando Derek se quedó ahí parado mirándome con reproche. Cerré mis labios abruptamente y le miré con las cejas alzadas.

—¿En qué estabas pensando? —preguntó. No parecía tan enojado como esperaba. Pensé que al interrumpir su soledad, me daría el tratamiento del silencio o algo similar—. ¿No piensas responder? —agregó con un poco más de rudeza. Le miré con el ceño fruncido.

—¿Qué quieres que te diga, Derek? ¿Que no te veo desde hace tres días? ¿Que me he preocupado por ti porque no creo que debas pasar por esto solo? Porque sí, por eso salí a buscarte.

—Necesito tiempo —gruñó él. Desvió la mirada y con un puchero caminó hacia el comedor de la casa. Una de las salas que más se habían mantenido después del incendio. Ésta estaba algo húmeda pero cumplía la función de mantener un techo sobre nuestras cabezas.

Derek fue hacia la gran mesa. Reconocí el gran armario a un costado. Mi escondite cuando conocí por primera vez a Kate Argent. Recuerdo como si fuera ayer cuando Peter le quitó la vida en este mismo lugar. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

Desvié mis pensamientos de aquello. Miré la gran y ancha espalda del lobo gruñón. Sus brazos estaban extendidos sobre la mesa. Parecía estar pensando e ignorándome al mismo tiempo. Suspiré, tenía que mantener la calma si quería que volviera a ayudarnos.

—Te dimos tiempo, Derek —respondí con sinceridad. Derek no se movió de su posición—. Nadie te ha molestado en tres días. Entiendo que la muerte de un Beta es duro. Más allá del vínculo que compartes con ellos por ser Alfa. Boyd era tu amigo.

Él no respondió. No esperaba que lo hiciera. A veces solo necesita escucharlo.

—Y lo sé. Sé que te estás culpando por todo esto. Por eso desapareciste, porque era demasiado. Pero no es tu culpa —vi que cerró sus puños, tal vez contradiciéndose en su mente. Me costaría convencerle que no es su culpa. Primero, hacer que vuelva. Luego, hacerle entender que no es su culpa. Pasos de bebé—. No lo es, Derek. Si quieres culpar a alguien, culpa a la manada de Alfas. Ellos mataron a Erica. Ellos mataron a Boyd. No tú.

—Ellos no le dieron la mordida —murmuró. Apenas le escuché con la lluvia afuera. Pero una vez que comprendí las palabras, una ráfaga de enojo pasó por mi pecho. Apreté los labios y me acerqué al hombre lobo. Él seguía con la cabeza agachada, los brazos sobre la mesa y la espalda encorvada. Cuando aparecí en su campo de visión, desvió la mirada.

Miré su rostro — Tienes razón. Ellos no se la dieron. Fuiste tú. ¿Por eso te sientes responsable? Piensa, ¿cómo era Erica antes de la mordida? Una chica epiléptica, sola, sin amigos. ¿Y Boyd? Un chico tímido que tampoco sabía cómo hacer amigos. Eran dos chicos que no tenían nada. Y tú les diste algo. Fuerza, carácter, pertenencia. Sí, tal vez no tuviste demasiado tiempo con ellos para establecer un vínculo fuerte. Pero créeme cuando te digo que les cambiaste la vida. Y estoy muy segura de que ellos no les gustaría ver a su Alfa y amigo escondiéndose de quiénes verdaderamente les quitaron la vida. Ellos querrían que les vengases. Que patees el culo de esos Alfas por meterse contigo.

Derek apretó los labios y mantuvo su mirada desviada. La lluvia empezó a ser más intensa. Quedamos en un pequeño silencio, en el que yo le miraba con intensidad y lo único que se escuchaba además de nuestras respiraciones era la lluvia.

Paranoia [Teen Wolf]Where stories live. Discover now