1. Tattoo

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1. Tattoo

Dejé soltar un suspiro mientras inconscientemente estiraba el cuello hacia atrás. Los pequeños pelos de su barba (un poco más crecida) raspaban suavemente contra mi piel. Podría decirse que ya me acostumbré a la sensación. A lo que nunca me acostumbraría esa sentir sus labios besar cada centímetro de mi piel. Cada centímetro.

Su remera era siempre la primera en desaparecer. Cerré los ojos al sentir sus dientes suavemente morder una parte sensible de mi cuello.

Sus manos se escabullían debajo de mi blusa. Recorrían mi espalda y contorno, dándome una calidez anormal. Sus dedos se detuvieron en el elástico de mi sostén, luego volvió a bajarlos y a recorrer mi espalda. Tenía una adicción a sus besos. Más bien a sus labios, no importa donde éstos estuvieran, cuando hacía contacto con mi piel... Mi mente deja de trabajar.

No sé cómo pude resistirme tanto a su contacto. A decir verdad, no hemos tenido demasiado tiempo para experimentar esta nueva relación. Estos cuatro meses han sido espectaculares. Hemos ido muchas veces a la cafetería donde trabaja Heather, pasaba bastante tiempo en su loft (sí, le obligué a comprarse un departamento porque no iba a dejar que mi novio se siguiera hospedando en una estación de subte abandonada o su antigua casa destruída) y el resto del tiempo me quedaba en casa o en la clínica animal.

Me acostumbré demasiado a ver a Derek casi todos los días, cuando empezara el instituto de nuevo me costaría dejar de verle. O sentirle.

Sus labios atraparon los míos. Siempre que lo hacía, lograba dejarme sin respiración. No sé cómo lo hace, pero cada vez que une nuestras bocas, consigue besarme de una manera distinta a las anteriores. Cambia de movimientos, de rapidez, sus manos recorren mi cuerpo o se quedan quietas en un lugar. Parece como si tuviera todo un plan en su mente para hacerme quedar sin respiración.

Claramente yo no me quejaba. Coloqué mis manos en su nuca, fui acariciando el área mientras me acostumbraba al ritmo de aquél beso. Mis manos se deslizaron, una entre sus cabellos negros y otra hacia el tatuaje de su espalda. Sentí cómo sus manos se iban hacia el borde de la remera. Creo que le está molestando que yo aún tenga mi ropa puesta.

No es mi culpa que él siempre se quite su remera con rapidez. Bueno, a veces sí lo es, pero ¿me pueden culpar? Nunca se desperdicia un momento para tener su perfecto torso cerca de mí.

Se separó de mí, su respiración agitada y sus labios algo rojos. Con rapidez se ocultó en mi cuello. Besó las zonas que ya había besado hacía menos de cinco minutos y luego se detuvo para susurrarme algo al oído. Un escalofrío (de los buenos) me recorrió el cuerpo.

—Quítatela —pidió con suavidad, como si fuera un secreto. Cerré los ojos. Tampoco sé cómo hace Derek para que cualquier cosa que hiciera fuera increíblemente intensa.

Se separó de mí unos segundos, en los cuales me incorporé levemente para quitarme la remera y dejarla en el suelo junto con la de él.

Al notar que estaba en ropa interior de cintura para arriba, sentí el rubor en mis mejillas. Ya lo hemos hecho (¿qué? Pasaron cuatro meses, ni yo puedo resistirme tanto) pero cada vez que mi remera se va siento una terrible vergüenza en la boca de mi estómago. Nunca he estado en ropa interior frente a otro chico. Derek es el primero. Y él lo sabe, no creo que nada le pase por alto con sus sentidos de hombre lobo.

Se acercó con delicadeza. Sus piernas eran su sostén sobre mi cama. Yo estaba incorporada, mis piernas extendidas debajo de él. Como instinto, cubrí mi torso. El rubor en mis mejillas se intensificaba. No lo he hecho tantas veces como para sentirme cómoda con mi cuerpo desnudo frente a Derek.

Paranoia [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora