Epílogo

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Ana abrió sus ojos de golpe y se levantó alterada. Se puso una mano en la frente y suspiró. Se volvió a tumbar y cerró sus ojos. Volvió a pensar en Miriam y una lágrima resbaló por su mejilla. Todavía no se podía creer que Miriam no volviera a estar con ella, que estuviera muerta.

De repente, notó una respiración suave sobre su cuello y un brazo rodear su cintura. Ana abrió poco a poco los ojos, extrañada. No recordaba haberse ido a dormir con alguien, es más, no recordaba nada de lo que pasó después de dar su discurso. Solamente recordaba como ella rompía a llorar y Mimi la rodeaba con sus brazos. Pensó que sería su amiga, ya que estaba tan mal que a lo mejor había decidido quedarse a dormir con ella.

Giró su cabeza para ver a su amiga, pero no, allí no estaba Mimi. Abrió mucho los ojos y comenzó a llorar, tapándose la cara con las manos.

No podía ser real. ¿Qué hacía ella allí, durmiendo a su lado? Si estaba muerta... ¿Sería un producto de su imaginación? ¿O todo lo que había vivido lo había soñado?

Se destapó la cara y volvió a mirarla. Sí, sin duda estaba allí con ella.

-Miriam... - dijo Ana sollozando.

La rubia abrió sus ojos poco a poco al escuchar que su novia la llamaba. Cuando sus ojos se acostumbraron a la iluminación que había en la habitación, miró a Ana, que estaba llorando sin parar. La miró preocupada y enseguida pasó sus brazos alrededor de su cintura para pegarla a ella. Ana pasó sus brazos por su espalda y escondió su cabeza en el pecho de Miriam. Miriam era real...

-Ana. Ana, ¿qué te pasa? - dijo Miriam preocupada acariciando su cabeza.

-Miriam... ¿Eres tú? ¿Eres real? - dijo mirándola.

-Claro que lo soy, amor. - dijo cogiendo su cara con sus manos y secándole las lágrimas con sus pulgares. - ¿Qué te pasa?

-Miriam... No te vas a ir a Galicia, ¿verdad?

Miriam ladeó su cabeza sin entender muy bien lo que su novia decía.

-¿Qué? No, voy a seguir aquí contigo.

-Tus padres están bien, ¿no?

-Em... Que yo sepa sí... ¿Por qué dices eso?

-Miriam... No estás muerta, ¿verdad?

-Pero, ¿qué estás diciendo? Estoy viva. Estoy aquí contigo. ¿No me ves?

-Miriam... ¡Te quiero! - dijo Ana entre lágrimas.

Ana se volvió a pegar a Miriam y la abrazó con fuerza como si nunca se quisiera separar de ella.

-No te vayas nunca de mi lado, por favor. Quédate conmigo para siempre.

-Tranquila, canaria. No me voy a ir a ninguna parte si no es a tu lado.

Ana sonrió y la besó. Era un beso mágico. Era suave e intenso a partes iguales, lento pero con un toque de impaciencia, pero sobretodo lleno de sentimientos. Cuando se separaron jadeantes, Ana empezó otra vez a llorar y volvió a abrazar a Miriam con fuerza.

-Ana, ¿qué te pasa? En serio, me estás asustando.

-He tenido una pesadilla... He soñado que te ibas a Galicia porque tus padres habían tenido un accidente en la carretera y no volvías nunca porque... Porque... Te morías...

Miriam abrió mucho los ojos al escuchar aquello y en cuanto vio que Ana se iba a romper otra vez, la abrazó y la besó. Ana sonrió en el beso al ver que su sueño no se había hecho realidad. Mientras se besaban, Ana se puso sobre Miriam, poniendo sus piernas a cada lado de su cadera y, en un rápido movimiento, le quitó la camiseta del pijama a Miriam.

Mi vida no es la misma sin ti | WariamWhere stories live. Discover now