Capítulo 28

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Miriam estaba cansada. Había buscado a Ana por todas partes, pero no había ni rastro de ella por ninguna parte. Había buscado por todos los sitios por donde ella pensaba que podía estar, pero nada. Decidió ir a la habitación de Aitana y Amaia y preguntarlas si la habían visto. Cuando llegó, Aitana y Amaia la miraron sorprendidas.

-¡Miriam! - gritaron ambas.

-Hola, chicas. ¿Habéis visto a Ana?

-Sí. - dijo Aitana. - Hace un rato vino llorando y se ha encerrado en el baño. No ha salido desde entonces.

-Hemos intentado que abriera la puerta y hablar con ella, pero no quiere. - dijo Amaia preocupada.

Miriam se acercó a la puerta del baño, donde Amaia y Aitana estaban apoyadas, y empezó a golpearla.

-¡Ana! ¡Soy yo, Miriam! ¿Puedes abrir?

-¡Vete! - gritó Ana. - ¡No quiero verte!

-Ana, por favor, abre la puerta y déjame explicarte.

-¡He dicho que no! ¡Déjame, te odio!

-Ana...

Miriam agachó su cabeza y después se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la puerta. Aitana y Amaia se sentaron a su lado y le acariciaron los brazos.

-¿Qué ha pasado? - preguntó Amaia. - ¿Por qué está así?

-Nads, que la he vuelto a liar, como siempre. Pero esta vez lo voy a arreglar.

-¿Quieres que os dejemos solas? - preguntó Aitana. - Creo que nosotras ya no podemos hacer nada, pero tú a lo mejor sí.

Miriam asintió y Amaia y Aitana se despidieron de ella dándole un beso en la mejilla. Cuando se fueron, Miriam se quedó sentada sin hacer nada, tan solo escuchando los sollozos de Ana. Le partía le corazón escucharla llorando, pero peor era sabiendo que estaba así por su culpa.

-Ana... Perdón. Soy una imbécil. - dijo Miriam tras unos minutos en silencio. - Y entiendo que ya no me quieras perdonar, pero solo quiero que sepas que te quiero, y mucho.

-¡Mentira! ¡No sabes nada más que decir mentiras! Le dijiste a Mireya que ya no sentías nada por mí.

-Ana... No...

-¡Cállate! Me arrepiento de haber estado haciendo lo de las fotos para que luego las tiraras.

-Ana, nunca las tiré. Es más, las tengo aquí conmigo, en mi bolsillo.

Miriam sacó las fotos de su bolsillo trasero. Después se las pasó a Ana por la pequeña rendija que había en el marco de la puerta. Ana, desde dentro, vio como las fotos se deslizaban por el suelo. Se agachó y las cogió, pasando un dedo por ellas. Sonrió al pensar que Miriam las llevaba consigo.

-Sí que es verdad lo que le dije a Mireya, que las iba a tirar para conseguir olvidarte pero, ¿sabes qué? Que es imposible. Es imposible porque me haces sentir como nunca antes he sentido. Cada vez que me miras, es como si se parara el tiempo. Cuando te acercas, mi respiración se corta. Con cada caricia que me haces, cada beso que me das, cada palabra que sale de tu boca y se dirige hacia mí; hace sentirme especial. Y por no hablar de tu sonrisa... - suspiró. - Esa sonrisa que me enamoré nada más vértela. Esa misma sonrisa que con solo verla, hace que hasta el día más gris sea él más feliz de mi vida.

Miriam escuchó unos pasos aproximarse a la puerta, por lo que se levantó.

-Pero, ¿sabes por qué me haces sentir así? - continuó Miriam. - Porque estoy enamorada de ti, y eso me encanta.

Mi vida no es la misma sin ti | WariamWhere stories live. Discover now