Capítulo 11

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-Ana, despierta...

Alguien zarandeó a Ana. Se desperezó y entreabrió los ojos. No sabía que hora era, pensó que era pronto porque pequeños rayos de luz iluminaban la estancia.

-Ana, despiértate por favor.

Ana no veía muy bien quien era, solo veía una sombra.

-¿Qué pasa? Quiero seguir durmiendo.

Ana se giró para ponerse de lado y darle la espalda a aquella persona que se atrevía a despertarla tan temprano.

-Venga, Ana. Te prometo que si te despiertas te haré una sorpresa que te va a gustar mucho.

-Mmmm... Vale...

Ana lo dijo sin pensar. Querían que la dejaran seguir durmiendo.

-Genial. Pues prepárate y sales cuando estes lista.

Oyó pasos salir de la tienda. Ana se acurrucó en el saco y siguió un rato más durmiendo. Al cabo de un rato se dio cuenta de que no notaba los brazos de Miriam sobre su cuerpo. Se giró para verla, pero no estaba allí. Se sentó y buscó a Miriam con la mirada. Después se acordó de la persona de antes, ¿sería ella? "No, no puede ser", pensó.

Se vistió y salió de la tienda. Estaba amaneciendo y le encantó ver como el sol salía de entre los árboles. A lo lejos vio una silueta de melena rizada de espaldas a ella. Sonrió, era su Miriam. Llevaba un jersey rojo y unos pantalones vaqueros blancos. Por su espalda llevaba colgada su guitarra y sus manos sujetaban dos bolsas llenas de comida.

Ana se acercó a ella sin saber muy bien por qué iba tan cargada. Nerviosa, se echó el pelo a un lado y le tocó el hombro a Miriam. Esta se giró y al ver a Ana allí a su lado, su boca mostró la sonrisa más grande.

-Hombre, por fin. Ya creía que no ibas a venir.

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué vas tan cargada?

-Porque nos vamos. - sonrió.

-¿Qué? ¿Adónde? ¿Y los demás?

Miriam soltó una bolsa y tapó la boca de Ana con su mano.

-Tranquila, todo está controlado. Le he preguntado a Los Javis que si no les importaba llevarte conmigo a una escapada romántica.

Ana abrió los ojos y Miriam deslizó su mano de su boca hasta la mano de la canaria, entrelazando sus dedos. Miró sus manos y después miró a la morena.

-¿Quieres, no?

-¿Has dicho una escapada romántica? - Miriam asintió. - ¿Tú y yo solas? - Miriam volvió a asentir.

Ana se moría de ganas de pasar un rato con Miriam a solas. Quería tenerla para ella. Miró al suelo algo tímida. Miriam levantó su cabeza delicadamente posando un dedo en su barbilla.

-Ey, que si no quieres no pasa nada. Era mi regalo para que me perdonases por ser tan estúpida el otro día, aunque creo que con lo que pasó ayer por la noche ya estoy perdonada.

-Miriam, no lo estropes. Claro que quiero ir contigo.

Ana se lanzó a Miriam y la abrazó con fuerza. Miriam casi perdió el equilibrio, pero echó una pierna hacia atrás y envolvió a Ana con sus brazos, escondiendo su cabeza en su cuello.

Después de un rato abrazadas, cada una cogió una bolsa y se pusieron en camino.

Mientras camimaban, Ana contemplaba la naturaleza que las rodeaba. Miriam la miraba, nunca se cansaría de ver a la canaria sonreír, sin duda era su cosa preferida en el mundo. Ana notó como Miriam no la quitaba ojo y la miró, primero a los labios y después a sus ojos color chocolate.

Mi vida no es la misma sin ti | WariamOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz