Capítulo 26

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Ana cerró la puerta de su habitación y se sentó en el borde de la cama. Se acarició las sienes con sus dedos. Sí, definitivamente no había tenido que besar a Miriam. De repente, la puerta de su habitación se abrió y de ella asomó una melana rubia y rizada.

-Ana, ¿estás bien? - preguntó Miriam acercándose a ella. - Te has ido así tan de repente.

-Miriam... No...

-Sh... Tranquila, estoy aquí.

Miriam se sentó al lado de Ana y la envolvió en sus brazos. Al sentir como los brazos de Miriam rodeaban el cuerpo de Ana, la canaria apoyó su cabeza en el hombro de Miriam y comenzó a llorar. Quería tener a Miriam siempre cerca, pero a la vez sabía que tenía que estar lejos. Era algo extraño.

-Miriam... Yo... - la voz de Ana se entrecortaba.

-Ana, tienes que tranquilizarte. ¿Oyes mis latidos? - Ana asintió. - Pues intenta acompasar tu respiración con ellos.

Ana apoyó su cabeza en su pecho y comenzó a calmarse un poco. Miriam apoyó su cabeza en la de Ana y cerró los ojos, sonriendo. Cuando Ana se calmó, miró a Miriam. No sabía que decirla. Sabía que se había equivocado, pero no tenía el valor suficiente para decírselo. Miriam acarició con su mano una de las mejillas mojadas de Ana. Bajó poco a poco su mano, haciendo cosquillas a Ana por donde sus dedos pasaban: su cuello, sus costados, su vientre... Hasta llegar a su mano, que estaba encima de la pierna de Ana. La entrelazó con la suya. Ana miró hacia sus manos y, poco a poco, subió su mirada hasta Miriam, quien sonreía con un brillo en los ojos.

-Te quiero. - susurró Miriam.

Ana sonrió y otra lágrima cayó por su mejilla. Abrió la boca para decirla que también la quería, pero no le salieron las palabras. Esquivó la mirada de Miriam hacia el suelo y Miriam ladeó su cabeza, no entendía que le estaba pasando a Ana.

-Oye, Ana, ¿en qué piensas?

Con la mano libre, Miriam subió delicadamente la barbilla de Ana, haciendo todo lo posible para que la canaria la mirara.

-Miriam... Lo siento...

-¿Cómo? No entiendo.

-Siento haberte besado antes, fue un impulso. No quería.

Miriam abrió los ojos y soltó la mano de la canaria. Sus ojos se humedecieron. Ana la miró, pero no le aguantó mucho la mirada.

-Pero...

-Lo siento, Miriam, en serio.

-No puede ser... No, Ana, por favor.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Miriam, quien seguía paralizada por lo que acababa de escuchar. Tragó saliva y se atrevió a decir aquella pregunta que nunca querría pronunciar.

-¿Ya no me quieres? ¿Lo he estropeado todo? - preguntó Miriam con miedo.

-No, te quiero...

-¿Entonces?

-Es que no puedo hacer como si nada, Miriam. Me has hecho mucho daño con lo de Laura. ¡Creíste a una tía que acababas de conocer y decía mentiras sobre mí!

-¡Joder, Ana! Ya lo sé. Jamás me lo perdonaré. Estoy arrepentida de todo lo que ha pasado con ella.

-¿Incluso de cuándo te acostastes con ella? - dijo Ana con un hilo de voz.

-¿¡Qué!? ¡Ana, jamás me acosté con ella! Te lo juro. Si que es verdad que casi... Pero la frené porque no podía parar de pensar en ti.

-Pues eso no lo parecía en la fiesta...

Mi vida no es la misma sin ti | WariamWhere stories live. Discover now