Existen certezas, pero de apoco se van desvaneciendo. Por ejemplo, antes podíamos saber en que lugar se encontraban los tributos que fueron capturados a través del rastreador, porque el Distrito 13 tiene unas máquinas especiales que no sabría describir, y permiten ubicarlos a través de una máquina con capacidad de rastreo. Ahora, esas certezas desaparecieron, pues el Capitolio ya le quitó el rastreador a Johanna, Demetria y Enobaria. También podíamos investigar el trabajo del Presidente Snow a través de distintas cámaras, pero él no es ningún idiota, y ya desactivó la gran mayoría, aunque las personas del Distrito 13 están reparando eso, y lentamente vuelven a reactivarlas.

En este momento me encuentro en mi habitación acostada en la cama, sola, como desde el primer día desde que llegué aquí. Los parpados me pesan porque no pude dormir bien durante la noche. Estiro mi cuerpo para acomodarme mejor en mi cama mientras emito un sonido que muestra como me relajo al hacerlo. La frazada cubre todo mi cuerpo, manteniendome en una temperatura agradable debajo de ella, lo que provoca menos ganas de levantarme. Giro sobre mí misma, esperando poder ver a Peeta conmigo, acostado a mi lado, con su brazo rodeando mi cintura. Pero eso no va a pasar, se que no pasará, otro día más, me despierto para que Coin me llene de preguntas todo el día. Decido sentarme en la cama, antes de acostumbrarme a la comodidad que hay en ella. Estoy en ropa interior, no tengo medias puestas, por lo cual cuando mis pies tocan el suelo, el frío subo por mís piernas hasta llegar a mí espalda, y terminar en mí nuca. Junto a mi cama se encuentra el prendedor de Sinsajo que Peeta me regaló a mis 15 años, ese regalo tan preciado que jamás logré separar de mí. Lo miro seriamente buscando algo nuevo en él, pero se que no encontraré nada fuera de lo normal, soy consciente de ello. Luego de unos segundos lo tomo con mi mano derecha y paso mí pulgar sobre él, intentando conseguir una señal para saber donde está. Algo me dice que está con vida, no se que es, pero se que es así. Cierro los ojos con fuerza, intentando llegar a él y hacerle entender que no está solo en esto, que todavía estoy con vida, y que no tiene de que preocuparse, pero se que no puedo, y que él no sabe que estoy con vida, y que él piensa que está solo en este momento. Siento una lágrima recorrer mí mejilla izquierda, y luego de unos segundos, pienso en lo único que quiero hacer: cambiar lugares. Que él esté aquí, y yo dondequiera que él esté. Abro los ojos nuevamente y miro el Sinsajo nuevamente.

- Ni te das una idea de lo que te necesito en este momento... - Susurro al aire, con intenciones de escuchar mí propia voz, completamente ronca y quebrada - ¿Dónde estás Peeta? - Acoto mientras acaricio el prendedor, esperando que alguien aparezca por la puerta para decirme donde está, pero lamentablemente se que no será así. Se que él no está conmigo, y que es muy probable que no lo vuelva a ver. Nuevamente, con este pensamiento que tengo todas las mañanas, vuelvo a suspirar.

Lo que diré sonará raro, pero necesito a Gale... Puede que el haya intentado violarme, y tal vez lo haya hecho consciente de ello, pero tal vez no, puede que haya estado cegado por la locura, como lo estuve yo cuando asesiné a Clove, o como lo estuvo Johanna al asesinar a Cashmere... Antes de que seamos novios, el siempre me aconsejaba. Recuerdo una frase que me dijo una ocasión cuando estabamos cazando, justo un día antes de la Cosecha: "Haz siempre lo que tu corazón te dicte"... Pero, ¿Qué dicta mi corazón en este momento? La verdad que lo único que estoy queriendo hacer ahora mismo es volver a mi casa, a mi Distrito, con mí familia.

Finalmente, luego de tantos rodeos, me levanto de la cama, decidida a comenzar el día. Me dirijo a mí armario, y busco ropa. No me queda absolutamente nada de mis pertenencias, todo está en el Distrito 12, y fue incinerado. Necesito volver, necesito estar allí al menos una vez más... Tomo la ropa del Distrito, una remera y pantalones grises, me baño y me visto.

Al estar en "rehabilitación", por así decirlo, nadie puede obligarme a hacer las tareas que tienen todos aquí. Según algunos, todas las mañanas, al levantarse, tienen que poner su brazo en un dispositivo que les marcará las tareas del día, son una especie de tatuajes, ya que no se quitan con nada, unicamente pueden ser quitados del brazo a las 10 P.M, el momento de la ducha, el momento en el que, por una rara razón, todo lo que tienes escrito en tu brazo puede quitarse. Para mí suerte, yo no tengo que hacer eso. Me hago mí trenza con la mera intención de no pensar en Peeta, en mí hermana o en mí madre... Me encamino hacia la puerta, esperando que alguno de ellos, al menos uno, aparezca detrás de ella, pero no lo hacen, tan solo está la pared blanca, y las personas que pasan por delante de la habitación, vestidas exactamente igual que yo.

Voluntarios (Los Juegos del Hambre) [Editando]Where stories live. Discover now