Capítulo 80: De Regreso al 12

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Despierto en un hospital, estoy segura de ello. Los constantes pitidos que realizan las máquinas terminan de levantarme. ¿Qué ocurrió? Es lo primero que se viene a mí cabeza. Intento recordar que pasó antes de terminar aquí, y en este estado. La cabeza me duele muchísimo, justo encima de la nuca. Durante unos segundos todo se vuelve borroso, y luego mi visión se aclara nuevamente. Pienso en levantarme de la camilla para saber que está pasando, pero decido esperar un médico para que me lo explique. Siento que hay algo que tengo que hacer, pero no se que es... Lentamente caigo en la cuenta de que no recuerdo ni siquiera mi nombre... Un hombre entra acompañado por una mujer a la habitación, y yo al instante cierro los ojos, para escuchar lo que hablan de mí. Todo está en silencio, solo escucho el suave movimiento de las hojas, supongo que deben estar buscando un papel donde esté mi información o algo por el estilo.

- Muy bien... - Dice el hombre - ¿Qué tenemos aquí? Katniss Everdeen... - Dice y al instante recuerdo todo...

Mi nombre es Katniss Everdeen. Tengo diescisiete años. Mi hogar es el Distrito 12. Fui a Los Juegos del Hambre, sobreviví. Tuve que volver, pero logré escapar. Me llevaron al Distrito 13. Sobreviví a la guerra. Mi padre murió en una explosión. Mi madre fue asesinada, Snow lo hizo. Mi hermana murió durante la guerra. Asesiné a la Presidenta del Distrito 13, Alma Coin. La persona que amo es Peeta. Él y yo peleamos, no nos hablamos hace días, o quizas meses, no se cuanto tiempo estuve desmayada. Abro los ojos, decidida a salir de aquí y buscarlo. Me incorporo en la cama y tanto el hombre como la mujer me miran.

- ¿Cómo se encuentra, señorita Everdeen? - Me pregunta la mujer y yo sonrío.

- Bien, gracias por preguntar... ¿Cuánto tiempo estuve dormida? - Pregunto y ella mira el papel que tiene en su mano.

- Menos de un día - Responde - Hoy es 5 de Mayo. Según este informe usted asesinó a la presidenta del Distrito 13, Alma Coin, durante la ejecución del Coriolanus Snow. Hicimos unos estudios, y el analisis concluyó en que usted está mentalmente desorientada, no podemos juzgarla de ninguna manera, por lo cual salir o no de este hospital depende solo de usted, ya que los estudios fisicos están en orden. A pesar del golpe que se dio en la cabeza, está muy bien. - Explica y yo asiento.

Me levanto de la camilla y salgo de la sala. No puedo creer que Johanna haya tenido razón... Los medicos dijeron que no pueden hacerme absolutamente nada, porque estoy loca... Camino por los pasillos del hospital lentamente. Debo estar en el Distrito 13, esto lo reconocería tan solo tocando las paredes. Camino hacia lo que antiguamente fue mi habitación. Me sorprende que haya tan poca gente en el lugar, tal vez cada uno se encuentra en su Distrito intentando ayudar para construir viviendas y demás cosas. Llego a mí habitación, y voy directo al armario para buscarme ropa. Tomo una blusa de color verde oscuro, unos pantalones marrones, la cazadora de mí padre, el broche que Prim y mí madre usaron en algún momento. Miro la puerta del baño, considerando tomar una ducha, pero decido que lo haré en el Distrito 12, luego de hablar con Peeta. Me cambio rápidamente, y busco lo único que me falta para salir de aquí: el prendedor del Sinsajo que él me regaló. Lo tomo y lo guardo en mí bolsillo. Estoy a punto de salir, pero recuerdo que estoy olvidando algo más: los anillos. Abro el cajon de la mesita de luz y los busco. Muevo papeles y muchas otras cosas, pero no encuentro lo que busco. La deseperación comienza a invadirme, y los nervios se apoderan de mí al instante. Tomo el cajón completo, lo saco de la mesita y lo doy vuelva, dejando que caiga todo al suelo. Revuelvo todo nuevamente y encuentro uno de los dos anillos, el suyo. Busco el otro un poco más tranquila, ya que se que está aquí. Muevo mis manos en el piso durante unos minutos y finalmente encuentro el mío. Lo tomo y me levanto del suelo, un poco más relajada. Abro el armario y tomo toda la ropa que puedo, para luego meterla en una maleta. Salgo de mí habitación, y me dirijo al ascensor con todas mis pertenencias. Cuando paso a su lado, los habitantes del 13 se detienen, me miran y aunque haya asesinado a la Presidenta Coin, la mujer que los gobernó durante años, me sonríen. Yo devuelvo el gesto, porque es lo mínimo que puedo hacer. Ni bien entro al ascensor, subo hasta la superficie y siento el aire fresco nuevamente, el olor del bosque que está cerca de aquí, escucho a las aves, y sonrío al saber que todo se terminó, que ya no hay más preocupaciones, no más Juegos del Hambre, no más chicos muertos en una Arena, no más problemas de los normales. Camino hacia la estación, con la esperanza de encontrar un tren sin tener que esperarlo, ya que no puedo aguantar más tiempo para volver. En lo único que pienso es como voy a hablar con Peeta, que es lo que le voy a decir, que pensará él luego de lo que pasó en el 13. No me doy cuenta cuando llego a la estación y, efectivamente, hay un tren esperándome. Bueno, no es literal, no me está esperando a mí, pero aún no ha partido. Subo al tren, y busco algún asiento vacío, no tardo mucho en encontrar uno junto a una anciana, de unos sesenta y algo...

Voluntarios (Los Juegos del Hambre) [Editando]Where stories live. Discover now