33: Palabras Hirientes

4.3K 295 4
                                    

  ✓Editado✓

Narra ____

Desperté en la enfermería del Instituto. Poco a poco iba acostumbrando mis ojos a la luz, y note que no había nadie en la habitación. Llevaba puesto un pantalón elastizado negro, y una blusa de tirantes blanca.

 Me senté en la cama, y un mareo me recorrió la cabeza, haciendo que inexplicablemente me pusiera de pie. Vi unos zapatos deportivos, y me los puse. El Instituto estaba más silencioso que de costumbre. Comencé a caminar por entre los amaderados pasillos, repasando lo último que recordaba antes de despertar. Jason me había inyectado algo, y escuché un estruendo...

Me detuve en seco, y analicé la situación nueva, cuidadosa y lentamente. Me habían sacado de allí. Habían hecho todo lo que yo no quería que hicieran. No me habían dejado morir. Se habían puesto en peligro por mi culpa. Necesitaba encontrar a Jace, así que me dirigí a nuestra habitación lo más rápido que pude.

Cuando llegué, la puerta estaba entreabierta, y un olor a alcohol nauseabundo emanaba de aquella abertura. Solo rogaba porque no estuviese ebrio. En estos momentos, era lo que menos quería. Entre lo más sigilosa que pude, para ver a un Jace devastado. Estaba sentado en el suelo, con la cabeza sobre su brazo, y este apoyado en la cama. Tenía los dorados cabellos desordenados, y apestaba a alcohol. Parecía estar llorando, y aunque quise evitarlo, las palabras salieron de mi boca involuntariamente.

- Jace - dije, y luego me tapé la boca. 

Él levantó la mirada, y abrió los ojos de par en par. Se los restregó para comprobar que no era un sueño, o al menos así lo pensé yo. Parecía haber visto un fantasma. En ese momento noté que sus ojos estaban rojos e hinchados, una sombra grisácea recorría sus párpados inferiores, y traía la ropa rasgada. Evidentemente confirmé lo peor que me podía pasar en ese momento, Jace estaba ebrio.

- ¿____? - se apresuró a ponerse de pie. Y dio unos pasos hacia mí. Pero solo algunos, haciendo que quedáramos a un poco más de un metro de distancia - Dime que eres tú.

El olor que salía de su boca hacía que estómago diera un vuelco. Yo solo asentí con la cabeza, y de un momento a otro, él me tenía entre sus brazos. Esta vez no resultaba reconfortante, ni siquiera algo similar. Se sentía forzado y en esos momentos solo quería apartarme de él. Pero no quería dañarlo, ya lo parecía que se lo habían hecho bastante. Me aparte lo más suavemente que pude de él, e intenté que sus ojos se conectarán con los míos, pero en ese momento solo sentía vacío. No veía nada en ellos, por más que hiciera todos mis esfuerzos no lograba ver nada más que un pobre reflejo de mi rostro. Pero no significaba nada. Y en ese momento quise decir y hacer un montón de cosas, pero solo dije:

- ¿Cómo llegue aquí? - las palabras salían de mi boca, pero yo me sentía vacía, tal cual había visto en los ojos de Jace.

Sorprendentemente me explicó todo tan bien modulado que no parecía ebrio. Pero su aliento sus fachas lo delataban. Note como al decir que Clary había muerto, su voz se quebró. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Y aunque no me cayera bien Clary, lo lamenté mucho. Lo lamenté mucho por Jace.

- ¿Es por eso que te embriagaste?¿ Por Clary? - pregunté intentando entenderlo. Aunque no lo consiguiera.

- No. Sí. No lo sé. Por ella, - me miró a los ojos, pero yo seguía sintiendo el vacío mismo en ellos - y por ti. Cuando Magnus me dijo que ibas a morir... Solo no soporté la idea de perder a la mujer que amo, otra vez - dijo con la cabeza gacha.

Y solo esas dos palabras bastaron para que mi corazón se rompiera. Otra vez. Nunca había dejado de amar a Clary, por ende, nunca me había querido de la forma en la forma en la que yo lo quise. De la forma en la que yo lo quiero. Me puse de pie y di unos pasos hacia la puerta. Pero me detuvo.

- Oye ¿Qué pasa? - dijo.

- Jace solo déjame ir. - intente esquivarlo, pero aún ebrio era más rápido que yo - Jace por favor - levante un poco el tono de voz, y mis ojos se llenaron de lágrimas.

- No, no voy a permitir me dejes, no de nuevo - también levanto la voz.

- ¿Para qué? ¿Para seguir fingiendo que me amas? - solté una risa amargada y mire al suelo - Y mientras tanto yo moriré un poco más cada día. Sufriendo por alguien que ni siquiera siente lo mismo que yo. - volví a mirarlo a los ojos, y nuevamente. Nada - Jace nunca dejaste de amar a Clary, y lo entiendo. - las lágrimas desbordaron de mis ojos - Entiendo como es perder a las personas que amas y...  - Jace me interrumpió.

- No tú no me entiendes. Tu creciste  con tus padres, y yo no. Por lo menos tuviste tiempo con ellos para saber cómo se sentía. Yo me crié solo, y cuando por fin creí que podía amar a alguien, y créeme que lo hice,  - su vida se alzaba cada vez más- solo me la arrebataron. Y no te atrevas a hablar de Clary porque tú nunca...  - lo interrumpí con un sonoro grito, que acalló los suyos.

- ¿Por qué yo nunca que? - dije con una voz amarga, mientras las lágrimas caían como dos cascadas por mis ojos, y mi corazón se hacía trizas al saber la respuesta de mi pregunta - Porque yo nunca seré ella, Jace. Nunca seré Clary. Tú nunca me amaras como la amaste a ella, y nunca me amaras como yo te amo. Si querías saber que me pasaba, pues ya lo sabes. Nunca debí enamorarme de ti, Herondale - dicho esto salí de la habitación de Jace, y corrí a la entrada del Instituto. No lo dudé, y fui a buscar a la única persona que podría ayudarme en este momento.

¿Nephilim o Mundana? (Jace Wayland y Tú) EN PROCESO DE EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora