— Hey, yo te conozco. — entorné los ojos hacia ella, estaba más que segura que la había visto en alguna parte. De pronto mi mente se iluminó y la escena de una chica llorando en traje de novia se reflectó como un flash. — Eres la novia, la novia triste.

Ella parpadeó varias veces como si pensara que estaba hablando tonterías, lo cual lo era.

— Ese día no nos presentamos. Soy Margaret. — Me quité el antifaz y le extendí mi mano, ella enarcó ambas cejas y una gran sonrisa apareció en ese rostro.

— Oh dios, eres tú. —se tapó la boca. — Pensé que no volvería a verte, fui hoy por la tarde. Y por cierto, me llamo Violet. — esbozó una gigantesca sonrisa y es que a veces el destino te traía muchas sorpresas. — ¿Qué haces aquí? Me alegra ver a alguien que no se alimenta de sangre humana. — puso los ojos en blanco lo cual me causa mucha gracia.

— Mi hermano es un vampiro y mi novio también así que... — ¡Oh carajos¡ ¡¿yo había dicho novio?! Algo andaba mal con mi cabeza.

— Oh claro, si lo vi. Es muy guapo y se les ve bien juntos. — me felicitó. — Pues yo estoy aquí más por obligación que por otra cosa. — sopló un mechón de cabello suelto que le caía sobre la cara.

— ¿Obligación? — movió su cabeza en afirmación.

— Mi futuro esposo es el anfitrión y dueño de esta casa así que... — se encogió de hombros y yo casi me atoro con mi propia saliva.

— ¡Mierda! —exclamé sorprendida. — ¡Eres la novia de Gian Vitori! —abrí mucho los ojos, ella hizo una mueca de disgusto con la boca.

—Shhh no lo digas tan alto, intento pasar desapercibida. — acomodó su máscara. — Veo que lo conoces.

— Es prácticamente mi jefe.

—Ah, cierto. Trabajas en la boutique. — ladeó la cabeza y entorno los ojos hacia algo que había detrás de mí. — Ven, sígueme. — tiró de mi brazo. — No quiero que ese idiota me vea.

— ¿Solucionaron el problema? — dije refiriéndome a aquello que me contó en la boutique de novias, por el gesto de su cara entendí que no.

— Él está... Distinto. Pero no me demuestra nada, un mujeriego no cambia de la noche a la mañana.

— A menos que se haya enamorado. — dije sin pensar y hasta yo misma me sorprendí de mis palabras.

— Lo cual es una completa tontería. — bufó. — Gian adora a las mujeres, pero a muchas mujeres, no solo a una. — torció los labios. — Pero dejemos de hablar de él, ven, vamos a mi habitación quiero mostrarte algo.

— Lo haría pero estoy buscando a...

— Vamos, no será por mucho tiempo. — me guiñó un ojo y asentí.

Juntas subimos al segundo piso, esta casa era igual de inmensa que la mansión Annibal o la casa de Lucian, tenía hermosos detalles de tapiz con flores en él. Decorado con tonos tierra y una alfombra amarillenta que me acompañaba al caminar. Llegamos hasta una puerta muy grande que tenía un extraño arco con aplicaciones de plata teñida. Violet la abrió y casi se me cae la boca a los pies, en medio había una cama de cuatro postes con tul color crema colgando y cerrándola para más privacidad. Los detalles en la pared hacían la recamara como del siglo XX hasta las lámparas parecía de metal echo de bronce.

— Qué hermoso. — musité asombrada, era como estar en un castillo o algo parecido.

— Si, la primera vez que vine a esta casa no podía creerlo. —Violet caminó por toda la habitación hasta buscar entre los cajones de su escritorio. Era una chica muy ordenada por la manera en que cada cosa parecía tener un lugar específico, yo por otra parte era todo lo contrario. — Mira. — me extendió un sobre blanco que me causó escalofríos.

Tengo Sed de Ti - IIWhere stories live. Discover now