Daniel no me mentía, ¿por qué lo estaba haciendo ahora?

— Oh. — bebí un poco más. — Y que has estado haciendo. No es que me meta en tus cosas pero casi no te veo, y ya no hablamos mucho.

— Pues tú siempre estás metida en tu habitación, o entrenando. — torció la boca. — Ayer solo salí a despejarme un poco.

¡Nina! Gritó mi subconsciente.

La idea de Nina y mi hermano juntos solo hacía que el estómago se me revolviera. Una gran parte de mi ser sentía tristeza de que Dan no confiara lo suficientemente en mi como para contarme lo que sucede entre ellos, pero no pensaba presionarlo... Quizás él que no lo diga solo significa que es algo pasajero.

— Pues la próxima deberías llevarme contigo. — elevé las comisuras de mis labios.

— Vale, prometo que te llevaré. — Pasaron lo minutos y nosotros seguiamos esperando por Emma, ella solía venir en las mañanas pero justo hoy prefirió visitar a su padre en la tarde, quise acompañarla puesto la he visto distante desde que le conté de Dan y Nina y desde lo sucedido con la psicópata de Joanne, además Daniel no se encontraba en la casa ya que había salido con Dereck.

El susodicho andaba más atento de mí, no ha dejado que Joanne se cruce en mi camino y mucho menos que me dirija la palabra, a veces es gracioso verlo tan sobre protector y tener que repetirle que sé cuidarme sola parece no calmar su temor a que me corté con un papel.

Bebí toda la lata de mi deliciosa soda de piña e hice una mueca de satisfacción al sentir la frescura de la bebida recorriendo mi garganta. Deliciosa. Ladeé mi cabeza hacia la izquierda dejándome caer sobre el hombro de Dan. Era una suerte que estuviera recostado y semi inclinado porque si no difícilmente llegaría a su hombro.

— Hace un rato me encontré con la madre de Bee. — balbuceé deseando que esta conversación fuera privada.

— ¿Está aquí?

— Ya no. — contesté. — ni bien mencioné que Emma se encontraba con su padre, ella decidió huir.

— Es lo mejor. No creo que Bee tome muy bien la idea de volver a verla. — mordió su labio inferior y frunció el ceño mirando hacia el frente como si recordara algo. — Es mejor que ella no se entere.

— Estoy de acuerdo— concordé.

Diez minutos después la puerta blanca de la habitación se abrió. Ambos nos enderezamos al ver a una cansada Bee saliendo de allí. Su semblante era cabizbajo, triste y fácilmente podría decir que estaba deprimida, su espalda semi arqueada, sus brazos cruzados y sus labios cerrados.

Elevó su rostro hasta observarme, luego pareció ver más allá de mí y analizar todo el panorama. Cuando su mirada recayó en Dan, ella se tensó, irguió su espalda y como si alguien la obligara le regaló la sonrisa más fingida que alguna vez le pude ver.

Rápidamente evadió la mirada penetrante que Daniel le dio, y solo atino a observarme con una sonrisa de labios cerrados. Entrecerré los ojos y la miré, luego a Daniel y luego a ella, una y otra vez hasta que miré a ambos.

— Ya podemos irnos Magga. — se dirigió a mi ignorando por completo a mi hermano.

No había que ser adivina para sentir la tensión e incomodidad latente en el pequeño espacio. Daniel no estaba fastidiando a Bee ni actuando como un sobreprotector maniático sobre ella, y Bee no estaba burlándose de él, haciendo comentarios en doble sentido y haciendo sus típicas muecas extrañas.

Bee estaba molesta, y al parecer el ignorar a Daniel era su manera de demostrarlo. Por otro lado Dan estaba raro, se mantenía callado sin decir una sola palabra... Él no actuaba normal, no como debería, o quizás era el hecho de que no aceptaría las niñerías de Emma. Cosa de ellos.

Tengo Sed de Ti - IIWhere stories live. Discover now