- Le llevé el desayuno a su habitación si no le molesta.

- No era necesario.

- Fueron órdenes del señor Annibal. - apreté los labios y miré a ambos lados.

- ¿Él está...

- Tiene una reunión con la señorita Mickelson. - asentí con una pequeña sonrisa.

Entonces el auto que yacía afuera resultaba ser de Nina Mickelson, no podía negar que ella tiene mirada de arpía y que todo siempre le resultaba divertido, además de ser como la mejor amiga de Joanne no nos llevábamos muy bien que digamos.

- Gracias. - musité subiendo las escaleras. Decidí darme la vuelta por uno de los pasillos puesto necesitaba otra toalla del cuarto de servicio.

Necesitaba una ducha urgente, mi cuerpo se sentía sudado y pegajoso y aunque al principio de la semana mis piernas dolían, había vuelto a acostumbrarme a la rutina de antes. Tome una de las toallas blancas y también un aromatizante para el cuarto de baño, cuando quise salir de allí me detuve en seco en cuanto las risas resonaron en todo el pasillo, quité mi mano de la perilla y retrocedí unos cuantos pasos.

- ¿negro y de encaje eh? No, no creo haber visto nada con esa descripción. - contestó Daniel de forma divertida, al instante me tensé.

- Hey, no es gracioso eran mis favoritas. - fruncí el ceño porque esa en definitiva no era Bee, ni mucho menos Rebeka o Joanne... No lograba identificar de quien se trataba pero mientras mi mente buscaba posibilidades recordé a la única mujer de auto rojo que se encontraba en esta casa.

- Las buscaré pero no prometo nada Nina. - Ese no era Daniel... Ese no era mi Daniel, sonaba tan divertido. Tan relajado que hasta podría decir que notaba algo de perversión en su voz ronca.

Negro y de encaje... ¡Las jodidas bragas negras y de encaje! No eran de Bee.... Eran de Nina.

Me sentí palidecer al llegar a aquella conclusión, debía haber alguna explicación a todo esto... Quizás no se trataba de eso, quizás solo están jugando.

- En serio no es gracioso Dan. - ¡Dan! ¿¡De cuando acá ella lo llama Dan!?

Se hizo un silencio entre ambos, mientras tanto yo intentaba que los latidos acelerados de mi corazón no hicieran eco en sus oídos pero eso era casi imposible, solo me quedaba confiar en el hecho de que esta casa tenía paredes lo suficientemente reforzadas como para guardar la privacidad de cada habitación. Ninguno de los dos decía nada por lo que quise salir de allí arriesgándome a ver una escena indeseable, la voz de Daniel hizo que me detuviera una vez más.

- Lo de anoche... -tragué saliva porque lo que iba a escuchar no me iba a gustar en lo absoluto. - Gracias... De verdad lo necesitaba, necesitaba el tiempo que me estás dando sin todo... Todo esto, sin estar rodeado de todo esto.

Mi labio inferior tembló, ¿De qué estaba hablando? ¿Se refería a la situación que vivíamos? ¿A los problemas que yo había traído a su vida? ¿A la tensión latente día tras día?

- Yo también lo disfruté... Digo, fue agradable. Y me gusta lo que estamos haciendo, me gusta lo que está surgiendo.

Es en este punto en el que me doy cuenta que he dejado a mi hermano de lado, es casi como si ya no habláramos. Él siempre está acompañando a Bee o yo me mantengo encerrada en la habitación, desde que comencé a entrenar mucho menos, apenas cruzamos palabras y ni siquiera sé cuándo está o no en la casa. Lo he abandonado y en estos momentos me siento la peor persona del mundo.

Se supone que yo había luchado mucho tiempo por esto, había luchado por tener a Dylan de vuelta a mi lado, había deseado ser feliz con él, pero mi odio, mi decepción y depresión me llevaron a enfrascarme en mi propio mundo.

Tengo Sed de Ti - IIWhere stories live. Discover now