Mi móvil sonó sobresaltándome, lo cogí con rapidez y odie no haber preguntado primero quien era.

Hasta que me contestas —dice Marcus con evidente fastidio.

¿Qué quieres? —espeto sin ganas de oírlo.

Quiero que me digas la razón de por qué te encuentras en Ravello, y si no me dices la verdad igual estoy muy cerca, tengo tu ubicación exacta ¿La escuela Saints Jhonson?— aprieto mis dientes con fuerza maldiciendo por lo bajo. Miré a ambos lados, sin quitar la vista fija en aquellos chicos, mi primer pensamiento fue sacarlos de aquí pero Marcus no es idiota sabe perfectamente que estoy metido en algo y de alguna manera lo averiguará —Los encontraste ¿Verdad?

Trago saliva sin saber que responderle, ya era tarde, era demasiado tarde como para hacer algo más. Mi única preocupación era ponerlos a salvo y no me importaba si tenía que ser por encima de su propia madre.

—Te mandaré la dirección— Decir aquello había sido mi sentencia, si no le decía lo que sucedía, Marcus le diría todo a mi padre y sabría que los estuve protegiendo todo el tiempo. Corté la llamada apoyándome del árbol, aquellos niños quedarían huérfanos, sin nadie en quien apoyarse. Sin padre, sin madre.

Me volteo para buscarlos y ya no están, me muevo rápido buscándolos con desesperación. No debieron de haber ido muy lejos, me dije a mi mismo, llego hasta el parque que queda cerca de su escuela y solo veo a Dylan, se encuentra parado cerca de un columpio observando a una niña de cabello castaño. Si tengo suerte, él tardará en regresar ahora solo debía encontrar de a Maggy.

Sigo el sendero que me lleva hasta su casa, hay demasiadas personas afuera pero logro tranquilizarme cuando la encuentro a ella junto con Ryan, ambos sentados en una banca. Frunzo el ceño y decido acercarme a ella... debía sacarla de aquí, debía salvarla pero me detuve al ver que el tal Ryan le robó un beso, ella se quedó sorprendida abriendo sus grandes ojos azules. Extrañamente me enfurezco y aprieto mis manos en puño.

Es una niña, no tiene edad para dar su primer beso, por más que haya cumplido once años.

Confío en que también demorará y decido ir por Marcus, esto será rápido, sea lo que sea lo resolverá él, el punto es llegar antes que ellos. Pasaron un par de minutos hasta que llegue al lugar acordado, Marcus ya se encontraba ahí junto con dos vampiros más que lo acompañan, parecían animales que acaban de salir de su jaula.

—El mensaje decía que te esperáramos aquí —Asiento con el ceño fruncido y con cada músculo de mi cuerpo tensado— ¿Desde cuándo supiste que estaban acá? —pregunta con enojo.

—Hace un par de días, pensaba decírselo primero a mi padre— miento. Marcus da un paso al frente y me empuja.

—No te conviene mentirme Lucian. La traición se paga con la muerte. —dice en italiano—. Llévame con ellos. —Paso saliva y asiento.

Llegamos casi en un pestañeo a la casa, si tuviera un corazón latente de seguro estaría acelerado casi a punto de salirse de mi pecho

El plan era el siguiente, ellos entrarían por Teresa y yo aprovecharía para para alejar y poner a salvo a los niños.

—¿Estás seguro que aquí vive esa perra? —inquiere Marcus mirando alrededor.

—Sí, que te he dicho que sí, junto a sus bastardos. —le espeto.

—Bien —Sonríe él satisfecho pero se da la vuelta al ver que no lo sigo— ¿No vienes? — cuestiona mirándome de reojo.

—Me quedaré a vigilar. —finjo.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora