Capítulo LVII

895 70 53
                                    


Dos meses habían  transcurrido por completo en un abrir y cerrar de ojos luego de que mi relación con Sebastián mejorará. Sorpresivamente comenzamos a llevarnos mejor que antes y sin dudas fue una grata compañía en Madrid. En estos días, descubrimos muchas cosas que compartíamos en común, como gustos musicales o uno que otro por el canto. (Comenzaba a creer que en mi entorno, en definitiva, estaba destinada a terminar siendo rodeada por personas que siempre terminaban siendo similarmente parecidas).

Cuando tuve que despedirme antes de tomar aquel vuelo las emociones me ganaron, no sabía en cuanto tiempo volvería, ni si quería volver a mi ciudad como en un principio no quería venir aquí. Me había acostumbrado, comenzaba a gustarme lo que estaba conociendo pero ya era tiempo de volver.

Sobretodo porque el colegio terminaría lo más pronto y no podía faltar a estar ahí.

Sebastián prometió visitarme antes de que yo lo imaginará. Y en serio, quería confiar que fuera cierto y no me mentía.

Cuando estuve frente a mi casa, todo se me hacía extraño, sentía que me había ido por años aun cuando sé que solo fueron unas semanas. Todo estaba diferente. Incluso el color de las paredes.

—¿Nina?— pregunta mamá abriendo la puerta con una sonrisa entre sus labios. 

No pude responder porque se abalanzo sobre mi 

—¡No sabes cuanta falta me has hecho, Nina!—bramo aun sin soltarme—. ¡Te he echado mucho de menos! ¡Todos lo hemos hecho!

—¿Todos?—pregunte.

—Sí. Camila, David...—hizo silencio cuando se dio cuenta de que no me estaba contando algo—. Sigo con él, Nina.

—¿Qué?— me separe—. ¡Me habías dicho que habían terminado porque estaba casado!

—Fue un mal entendido, cielo—dijo mientras pasaba las manos por su vestido—. He cometido una equivocación con eso.

—¿Cómo?

—David está viviendo aquí, en la casa. Con su hijo—soltó de golpe, haciendo que la mirará como si estuviese loca.

—¿Qué has dicho?

—Lo que escuchaste.

—¿Por qué nunca me comentaste sobre esto?

—Porque sabía que te molestarías.

—Claro. Y lo mejor que pensaste fue que ocultármelo estaría mucho mejor, ¿no?—dije indignada ante todo esto—. Debí quedarme en Madrid. No sé que estoy haciendo aquí.

—Porque está es tu casa. Aquí es dónde debes estar—afirmo.

—Ya esto no sé siente como mi casa—dije.

—Conocelo, dale la oportunidad de hacerte cambiar tu opinión sobre él.

—No sé.

—Nina, por favor. Te lo estoy pidiendo yo, tú madre.

—Mamá...

—No lo conoces, lo odias sin razón alguna.

—Me has dicho cosas que...

—Yo solo he dicho estupideces. 

—Para mi no...

—Quiero que tengas tú opinión propia. Olvida ya lo que te he dicho yo antes, ¿bien? Sé amable.

Asentí, sin ánimos de discutir más. 

Acaba de llegar y lo mejor que podía hacer era quedarme en calma y no seguir discutiendo con ella.

Amor Oculto,  Mattina SLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora