Capítulo XXIII

1.6K 84 20
                                    

Sentí una fuerte punzada al aparecer, ante el lente de mi cámara, una de las escenas más fuertes y dolorosas que aunque, supiera que las cosas eran así, no creí tener que verlas. Me parecía injusto. Me parecía injusto que está mañana me levante con ganas, de luchar, de querer sobre salir frente a él, ¿y para qué? Si al final de cuentas, él ya se desvivía por alguien más.

Lleve ambas manos a mi cara, y gruñí muy bajo. Odiándolo. Odiando todo, a Matteo, a Ludmila, pero sobre todo a mi. A mis estúpidos sentimientos que me hacen creer que algo más puede pasar.  A las estúpidas ilusiones que en algún momento se llegaron a crear en mi cabeza.

A lo que él y su tacto me provocaban. A lo que yo quería pero que sabía que jamás lograría tener.

Ver al chico que se volvió importante para ti de una cierta manera, que te desvela por las noches y aparece en mi cabeza cada mañana, con la chica que ha hecho tu vida un asco  desde siempre con sus humillaciones no era nada justo.

Ni siquiera podía alegrarme que él tenia una buena persona en su vida.

Las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas y recorrer gran parte de mi rostro, cada una con más tristeza que la anterior. Sin ya nada más que ver, y sin querer tampoco seguir ahí, salí corriendo. No podía seguir presenciando algo que duele tanto.

Me senté bajo uno de los arbustos frustrada,odiándome, y odiando todo lo que me rodea. Tire del par de ganchitos que traía en mi cabello y reí sin gracia alguna, me los puse para él. ¡Que ridícula! Enrolle mis rodillas y metí mi rostro entre ellas.

¿Por qué todo tiene que pasarme a mi? ¿Por qué justamente yo debía mirarlos?

Aveces creo que es mejor ir con papá y dejar el pasado atrás, entre ellos mis sentimientos por él.

Me quede quieta, buscando mi calma. Dejando que mi corazón se regulará y pudiera respirar con normalidad. Me quede así por un tiempo largo, sin darme cuenta que había terminado por dormirme.

-¿Nina?- escucho a alguien hablarme mientras me mueve del hombro repetidas veces. Quizá este soñando, o quizá si hay alguien hablándome -. Oye, Nina. Ya levántate, quieres.

-¿Eh?- dije abriendo mis ojos con lentitud, intentando entender dónde estaba.

-¿Qué haces aquí dormida?

-¿Ámbar?- pregunte al no poder distinguir su rostro entre la oscuridad. ¿Oscuridad?

-Si, soy yo ¿Qué haces aquí?- dice sentándose junto a mi -... Dormida.

-Yo.- intente recordar porque había terminado aquí.

Matteo.

-¿Qué tienes Nina? ¿Por qué lloraste?... Digo, se que no somos amigas, pero sabes que puedes contar conmigo.- dice acariciando mi cabello. Y aparte la mirada, a lo lejos. Sin poder mirarla.

-Se estaban besando.- sollocé metiendo mi cabeza entre mis piernas.

-¿Besando? ¿Quienes se estaban besando?

-Ludmila y Matteo.- dije ahora si mirándola.

-¿En que te afecta eso a ti?- frunció el ceño. -. Detente, detente. ¿A ti te gusta Matteo?- dice con un ápice de sorprendida.

-Sí- afirme y ella solo asintió -. Pero, por favor, no se lo digas a nadie.

-No te preocupes, no le diré a nadie.- sonrió la rubia.

-¿Lo prometes?- sonreí levemente extendiéndole el meñique.

-¡Lo prometo!- dice uniendo su meñique al mio -. Pinky promess- sonrió calidamente.

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now