Capítulo V

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No tardamos en llegar el Roller, porque a pesar de que Luna me llevará ventaja por ir sobre patines, yo iba caminando a paso bastante rápido. Y podría decir que si me rendía caminar tras sus pasos.

Mientras, caminabamos hablamos de muchos temas, y cuando caímos en el porque yo no patinaba dije que pronto le contaría, que aun no me sentía segura de hablarlo. Y era verdad, me traía muy malos recuerdos aquella vez, y todo lo que me llevo a no querer pisar nunca más la pista de patinaje.

Ya ni siquiera quiero usarlos en el patio de mi casa.

Es cómo si el temor de que se volviera a repetir se adueñará de mi y de mis sentidos.

Era algo por lo que no quería volver a pasar.

Y si estaba en mi, estaba segura de que no volvería nunca más a la pista.

Ni siquiera porque quisiera.

Sólo no lo haría.

Al entrar al Roller vi cómo los ojos de Luna se iluminaban al ver lo bonito del lugar. El Roller es muy colirido. Y eso hace que sea muy bonito ante tus ojos. Además, era algo bastante moderno, y muy actual.

Por eso siempre venia aquí.

A estudiar.

A leer.

A pasar el rato.

A estar sola.

A alejarme de todos.

Este era el sitio perfecto.

Y todos estos meses me lo habían confirmado.

Mis ojos se fueron a la esquina. Fue instinto. Y cuando vi a Simón en la misma mesa de Matteo quise escoderme. Y quise que la tierra me tragara con todo y lo estúpida que me veía en ese momento ocultandome detrás de Luna, que era mucho más pequeña que yo.

Sabía que si Simón me veía me llamaría.

Y también sabía que yo no quería ir a dónde estuviera Matteo.

—¿De que te escondes o qué?

—No me escondo Luna. Sólo, casi me caigo y me sostuve de ti.— a la china con este cuento. Soy malísima mintiendo —. ¿Vamos a buscar una mesa al fondo?

—Bien. Vamos.

No pude dar un solo paso porque sentí cómo decían mi nombre a mis espaldas. Y en serio ahora si quería ser un avertruz y ocultar mi cabeza bajo la tierra por un muy buen largo tiempo.


¡Carajo! ¡Lo mato! ¿Justo tenia que estar él?

No hacía falta que volteara para saber que la voz era de Simón. Ni menos para no saber que  me llamaban desde su mesa.

¡Mierda!

—Nina te llaman.—dijo Luna mirando a sobre mi espalda.

—Si no me dices no me doy cuenta. — digo sarcástica.

—Por eso te digo.—y no, Luna no entiende el sarcasmo.

—¡Nina, ven acá!— gritó Simón —¡Ven!

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now