Capítulo L

1K 65 22
                                    


—Bien, creo que ya es nuestro turno—me miro Jorge acomodando su ropa—. ¿Podrías por favor apurarte, si no es mucho pedir? Y gracias—– me dio una última mirada antes de caminar hasta la puerta.

—Esperate, mira que aun no soy experto con esto— bufe tomando ambos costados del vestido que traía puesto de mala manera e intente seguir la rapidez de sus pasos a duras penas, sintiendo que mis pies se desarmarían en cualquier momento —. ¡Malditos tacones, son un jodido fastidio!— gruño mientras tropiezo con el vestido en cada paso que daba.

—¿Puedes ya dejar de quejarte? Me tienes cansado con la mariquera— dijo con fastidio y lo mire mal.

—¿Qué quieres que haga? Normalmente no uso este tipo de cosas.

Cuando llegamos a lo que venía siendo una especie de salón bastante abierto dónde nos presentaríamos, suspire. Cada quién fue al lugar que le correspondía, por mi parte, al ser Julieta tenía que estar sobre una simulación de un balcón que en cierta manera no se veía nada mal. 

Las bancas comenzaban a llenarse y eso significaba una cosa, el evento estaba comenzando.

El telón subió.

—¡Acción!– se escucho la voz del profesor en una de las esquinas y me sorprendió que hubiesen tantas personas observando. Incluso, me dio vergüenza que me vieran así.

Jorge entro al escenario estando simulado. Lo lograba ver a una escasa lejanía porque para mi mala suerte no podía acercarme al balcón que era el que mejor vista me ofrecía.

—Menos mal que no hay nadie— olfateó el aire y lo mire atentamente—. Y no están los hermanos porque no hay olor a alianza de lima, y que no me vea mi suegro, ese viejo feo, así podré cantarle una serenata a mi amada Julieta—miro entre el público y continuo; —. Haré entrar a los músicos.

Lo escucho alejarse, y se que si se está guiando por el guión va a buscar a Pedro y a Nico para continuar con el libreto. Me causaba gracia imaginarme lo que allá afuera estaban presentando, se suponía que los chicos harían de borrachos y alguno traería la guitarra en una bolsa de plástico.

—Mi amada Julieta, te cantaré una serenata que nunca olvidarás, en la que te diré todo mi amor.

Los borrachos empiezan a cantar.

 —Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar— en tono Mexicano —. ¡Jua, Jua, Jua!

—¿Pero, qué hacen? ¿Cómo van a cantar esa canción?—chilló Jorge con cautela.

Repito, yo debí ser Romeo.

—Es que no sabemos otra— dice Nico fingiendo una borrachera.

—¿Pero, cómo que no saben otra? ¿No son músicos acaso?

Pedro toma un trago de la botella en sus manos, —.¿Sabe lo que pasa hermano? Hoy tenemos un problemita técnico.

—¿Y ahora qué hago? ¿Cómo le canto la serenata a mi Julieta?

—¿Julieta se llama?—le preguntó Nico alargando las palabras.

—Si, así se llama.

—Escuche esto— Nico agarro la guitarra entre sus manos y canto; —. Yo te quiero Julieta aunque uses camiseta—ambos comenzaron a reír.

—No, no, no, no...¿Pero qué hacen? ¡Ayúdenme!—ruega desesperado.

—Siiiii— chillaron ambos simulando estar borrachos.

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now