Capítulo XXXII

1.3K 78 5
                                    

Aunque no lo quisiera tenía que ir a encontrarme con el ser tan despreciable que me terminaba resultando Jorge. No soportaba tener que tenerlo cerca por mucho tiempo porque me terminaba resultando abrumador, sin embargo, tenía que soportarlo aunque no lo quisiera. Por lo menos por los siguientes días mientras terminábamos los ensayos para la obra de teatro.

Me acerque al verlo sentado en una de las mesas del J&R mirando su teléfono. Rodé mis ojos y solté un suspiro pesado, pensando en lo que estaba por venir. Cuando me vio, dejo su móvil a un lado y soltó una sonrisa divertida;

-Tengo treinta minutos esperándote-exaspero con fastidio -. ¿Puedo saber porque has tardado tanto?

-He tenido cosas que hacer- fue lo único que quise decir.

-No es justo- negó con disgusto -. Yo he sido puntual, Matteo.

-¿Qué quieres que te agradezca?- pregunte con ironía, sin entender a dónde quería llegar.

-Merezco que me brindes una malteada.

-¿Qué?

-Escuchaste bien, no te hagas el sordo.

-¿Qué estás loco? ¿Por qué yo te compraría una malteada?- farfulle, con confusión.

-Para compensarme mi tiempo perdido- encogió sus hombros con total cinismo -. Hablamos de justicia. Es todo.

-No te comprare una malteada- dije con seguridad, enarcando una ceja en su dirección -. ¿Te parece si ya comenzamos? Tengo cosas que hacer.

-No.

-¿Pero qué?- estaba comenzando a molestarme. Lo mire molesto esperando a que me respondiera -. ¿Qué se supone que pretendes?

-Te haré esperar lo que yo espere por ti. ¿Es justo, no?- enarco Jorge una ceja de vuelta, lo mire confundido -. Me hiciste perder treinta minutos, sentado aquí como un estúpido. Es tu turno.

-Estás jugando.

-No.

-¡Deja ya de hacer eso!

-No.

-¡Basta! ¡Terminas siendo exasperante!- bramé, sentándome en la silla que estaba justo frente a la suya -. Mi paciencia se agota. 

-La mía no.

-Pero la mía sí.

-¿Y eso qué?

-¿Cómo que qué?- pregunte -. Que tengo que irme. Y estoy aquí perdiendo el tiempo contigo.

-Brindame mi malteada y voy feliz y contento de la vida a practicar- achique mis ojos sin una chispa de diversión -. O si lo prefieres, esperamos un buen rato y luego ensayamos- guiño su ojos y gruñí muy en mis adentros.

-¡Pedro!- lo llame. No, no es que fuese tacaño con el dinero que me daban en mi mesada. Para nada. Pero no me gustaba invertir mis cosas; tiempo, dinero, atención en personas que realmente para mi, no tenían importancia -. Necesito que le traigas una malteada a este chico- suspire, cuando Pedro se acerco a nuestra mesa.

-¿En la cuenta de.?- nos miro a ambos y con un simple gesto le hice saber que era en la mía. Me deje caer en el asiento cuando él se retiro a buscarle el antojo al imbécil de Jorge mientras yo solo pensaba en que yo no había hecho tanto para merecer tanto castigo.

-Eres un sol, bebé- comento burlón, luego de que Pedro le entregará su malteada. Lo mire con disgusto -. Nunca, nunca de los jamases te apagues, ¿oíste?- guiñó uno de sus ojos y pase mi mano por mi cara con exasperación.

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now