Capítulo X

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Gastón.

—¿Qué mierda se supone que tienes ustedes en la cabeza?

—¡Ay, Gastón! No seas tan agresivo. Sólo le decíamos a Lina que no sea tan distraída, ¿cierto chicas?— dice Ludmila.

—Si, nosotras no le tiramos los libros.— dice inocentemente Jazmín causando que sus amigas la fulminen con la mirada —. ¿Qué?

—¿Puedes solo dejarla en paz?—dice Gastón en un tono algo fuerte—. ¿Creen que soy tan estúpido cómo para no darme cuenta que ustedes tiraron sus cosas? ¡Maduran ya por favor!—dice molesto y se agacho frente a mi, lo mire con cierta cautela. ¿Qué se supone que estaba haciendo,  —.  ¿Estás bien?—sólo asentí y me dispuse a recoger los libros.

—¿Qué te pasa Gastón? No le hemos hecho nada.— habló Megan. ¡Qué hipócrita! Me da asco solo escucharla.

—¡Larguense ya! No las quiero ver, cuento tres.— grito molesto. Sentí mi piel volverse gallina por el temor que me causo escucharlo así. Gastón siempre fue cauteloso, incluso puedo decir que su voz era bastante calida. Jamás pensé escucharlo hablar con tanta molestía. Y sentir tanto odio en su voz  —. ¿¡Que son sordas!?— volvió a gritar aun más furioso. Ellas volvierona  mirarme con burla y  se fueron entre risas.

—Gracias.—le agradecí tímida—. Bueno... me voy.

—¿Dónde vas?— dice agarrándome del brazo.

—Debo entregar esto.— dije señalando los libros que ya traía nuevamente en mis manos.

—Te acompaño.— sonrió y comenzó a caminar junto a mi para luego detenerse —. ¿Te hicieron daño?

—No.— mentí.

—Dime la verdad. No tienes que tener miedo, tienes que no dejarte sino siempre será igual.— me aconsejo—. Tienes que defenderte.

—Y siempre lo hago.— suspire —. Pero hoy no fue un buen día. Y no tenia ánimos para discutir con nadie.— confese.

El ardor en mis manos aun me acompañaba, pero no podía verlas. Los libros me cubrían todo.

—¿Cómo tiraste los libros?— dice caminando junto a mi.

—Me caí.

—A ver, mustrame tus manos.

—¿Qué?

—Que me las muestres. Quiero estar seguro de que dices la verdad.—repitió y trate de levantarlas pero lo único que logre hacer fue volver a tirar los libros.

—¡Soy una torpe!—me recriminé en voz baja.

—No lo eres.— dice recogiéndolos y levantándose—. ¿Me dejas ver tus manos?— asentí, se las mostré sin aun mirarlas —. Nina tienes que ir a la enfermería, estás sangrando.

—¡¿Qué?!— abrí mis ojos de golpe y las miré. ¿Cómo un simple pisotón me puede sacar sangre? No era que me estuviese desangrando pero si estaban bastante molestadas. Incluso sentía mucha molestía de solo moverlas. Además, estaban un poco hinchadas —. ¡Cómo siquiera es esto posible!

—Te acompaño a la enfemería.

—No, no... gracias Gastón. Estaré bien. No te preocupes.

—No Nina, llevamos los libros y vamos a la enfermería.—dice comenzando a caminar y no me dejo más opción que seguirlo.

Pasamos por la biblioteca y luego de entregar los libros fuimos a la enfermería. Seguía negada y fui casi a arrastras, pero aunque me negue por todo el camino, Gastón es igual que Luna cuando quiere algo; así que me obligo y aquí estoy, esperando que me atiendan.

Estar aquí para mi antes era costumbre, siempre venia aquí a curarme cuando me caia por torpezas mías, o cuando las populares se metían conmigo en tiempos atrás. Además, de tanto que venia a este lugar, la enfermera ya me conoce e incluso, las últimas veces que volví solo pasaba a saludarla. Es una señora ya, pero es una excelente persona. Y se me hace sumamente agradable verla.

Después de que saliera el chico que estaba delante de mi, ella comenzó a curarme la mano izquierda ya que es la más afectada. Igual seguía creyendo que no era para tanto.

—¿De nuevo aquí Nina? Pensé que se te estaba pasando la costumbre de venir aquí todo el año, dime, ¿ahora qué te paso?— dice la enfermera colocándome un vendaje en la mano.

—Me caí.— digo mirándolo a Gastón.

—¿Sabes qué? No te creo... No creo que todos los días te caigas.— dice Silvia mirándome.

—Si lo hago, suelo ser muy torpe. Últimamente no lo hacia tanto, pero ya ven, uno siempre vuelve a dónde fue feliz.—sonreí debilmente.

—No eres torpe, Nina.—bufó ella —. Listo, ya está curada.— dice con una sonrisa.

—Muchas gracias...¿Estará bien su mano?—le preguntó Gastón.

—Si. Es muy lindo que te preocupes por tu novia.— dijo y negué repetidas veces.

—No, él no es mi novio.—le aclaré —. Es un amigo.

Aunque en el fondo ni siquiera sabía si podía llamarle así.

—¡Oh! Disculpen mi imprudencia.— dice la señora.

—No, no se preocupe.—sonrió Gastón —.Vamos Nina.— dice y toma mi bolso.

—Yo lo puedo llevar Gastón.

—Deja te lo llevo.

—Tampoco quede manca.— dije riendo —
Igual, yo puedo llevarlo.— reí.

—¿Ahora si me vas a decir que fue lo que paso? Mira que yo no me creo el cuentico ese de que solo fue un "accidente". Las conozco, sé que todo es premeditado con ellas.— comenzó a decir al salir de la enfermería —. Me decepciona que no hables y digas que ocurre. Yo te puedo ayudar, estoy aquí. Sé que puedo ser bueno y servirte de mucha ayuda.

—¡Es que no tiene importancia Gastón!— y era la verdad, ellas eran quien menos me importaba —. Yo aprendí a protegerme sola. A ser valiente. A no dejarme de los demás, es solo que...

—¿Por qué hoy no te defendiste entonces?

—Porque no fue mi mejor día. Y no estaba dispuesta a discutir con nadie.

—¡Pero te lastimaron!

—Lo superficial ya no me duele, Gastón. Tengo tantas cosas en mi cabeza que quienes menos me afectan son ellas.

***

¡Ya llegamos a 10! Pronto seguiré actualizando muchos más❤

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now