Capítulo LIV

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Mire a todos en la mesa y no pude evitar sonreír. Yo estaba feliz, mi madre lo estaba y era un momento muy feliz para toda nuestra familia. Agradecía a la persona que se encargó de traérnosla de vuelta, que se esforzó por conseguirla y cuando lo hizo no refuto en hacerlo. Aun cuando mis esperanzas estaban decaídas, y pensé que más nunca la vería, la trajo de vuelta. La felicidad en el rostro de mi madre era indescriptible, ese brillo que había en sus ojos nunca antes lo había visto. Era la primera vez.

—Nina, tú padre me dijo que te irías con él de vuelta—comento mi madre alejando el bocado de su boca y me miro—. Luego de que viera a Camila.

—Me lo supuse.

—Me comento sobre lo del vídeo-juego, que quería que lo acompañaras—asintió mirándome—. Le he dicho que sí.

—Sabía que lo harías—dije con una sonrisa en los labios—. Es muy importante todo esto para él.

—Supongo que sí—asintió una vez más—. Y bien, ¿Jorge no es así?

—Así es—asintió Jorge. Se había mantenido callado durante toda la comida, supongo que en cierta manera le causaba inquietud tener que comer con mi madre y le apenaba el tener que hacerlo—. Jorge, así me llamo. Ese es mi nombre.

—Ya lo has dicho—sonrío mamá con gracia por su aparente nerviosismo—. Y cuéntame, ¿hace mucho eres amigo de mi hija?

—No, no—negó dejando de come y volviendo a mirarla—. O tal vez, hace no lo sé, algunas semanas. Desde que me hicieron el intercambio con mi anterior colegio.

—Comprendo—asintió—. Veo que se llevan muy bien.

—Su hija es muy agradable—sonrío mirando su plato—. Tengo la certeza de que puede que le caiga bien—comento con diversión—. O eso creo.

—Eres el primer chico que invita a comer nosotras luego de Simón, ¿sabías?—cuando la escucho decir aquello, la mire con suma indiscreción pidiéndole a gritos con la mirada que por favor callará—. Así que supongo que si debes agradarle como para traerte hasta aquí.

—¡Oh, no no! Ella no me ha invitado a comer—negó—. Solo estábamos juntos y usted llamo..—me miro y luego a ella—. Ella no me ha invitado a su casa por ningún motivo.

—Así que tenían una cita—afirmo sorprendida y negué repetidas veces—. ¿Por qué no me lo has contado, Nina? ¿Qué ocurre contigo?

—No era una cita mamá—rodé mis ojos—. Solo fuimos por un helado antes.

—¡Eso es una cita!—miré a Jorge avergonzado, y entonces yo también sentí la vergüenza apoderarse de mi,—. Míralo como se sonroja, Nina—comento divertida mamá—. ¡Que tierno!

—¡Basta, mamá! ¡Por favor!—brame ya con molestia porque esto me estaba incomodando mucho—. ¡Esto es vergonzoso!

—Nina...—el timbre en la puerta la hizo guardar silencio, y cuando volvió a sonar se levanto de su lugar y nos miro en manera de disculpa—. Disculpen, debo abrir.

Cuando desapareció por la puerta que la alejaba del comedor mire a Jorge aun avergonzada.

—Disculpa todo esto que acaba de ocurrir—dije apenada—. Suele ser un poco indiscreta.

Amor Oculto,  Mattina SLحيث تعيش القصص. اكتشف الآن