Especial Luna

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No podía esperar para verlo. Los nervios que ganaban y hacían de las suyas con cada paso que daba de manera insegura por las aceras de la ciudad. Un cosquilleo inundaba y revolcaba mi estómago sin remordimiento alguno, haciéndome considerar si había posibilidades de que fuera el desayuno de está mañana el que me había hecho daño, y no el simple hecho de que vería a Gastón por primera vez como mi cita.

Sobe mis manos aun con nerviosismo mientras las sentía sudar. Mis pasos cada vez costaban más mientras sabía que más cerca estaba. Cuando aparece en mi campo de visión aquella pizzeria en la que Gastón me esperaría, mis nervios aumentaron. Tanto, que antes de cruzar los cristales que se convertían en una puerta plegable, seque mis manos a los lados de mi vestido para eliminar el sudor que se apoderaba ya de ellas.

Busque con la mirada al chico que debía estarme esperando hace al menos unos quince minutos. Sonreí al encontrarlo solo a unas mesas y camine, a pasos inseguros y entre cortados hasta él.

-Hola- salude al estar a su lado llamando su atención. Gastón dejo su teléfono sobre la mesa y me miro con una sonrisa -. Espero que no hayas esperado mucho- confesé apenada.

-Llegue hace minutos apenas- hablo sin dejar su sonrisa -. Incluso llegue a pensar que quien llegaba tarde era yo.

-¿En serio?

-Si, tuve un inconveniente en el camino-aseguró.

-Me alegra saber eso- sonreí. Él frunció su rostro en confusión y supe que no había entendido en que punto lo había dicho -. Digo, no es que me emocione que tuvieses un inconveniente de camino para acá, no, para nada. Es solo que- cubrí mi cara con mis manos por la vergüenza que comenzaba a hacerse presente en mi, parecía un estúpida intentando explicar eso -. Lo siento. No se que me pasa.

-No te preocupes- sonrío rascando su nuca -. Supongo que ya deberías sentarte. ¿no crees?

Mire a mi alrededor y mire la silla a mi lado, justo frente a la suya. Asentí en repetidas ocasiones tomando lugar en ella para luego dejar salir un suspiro de decepción. Me estaba comportando como una total inútil frente a él. Ni siquiera yo misma me reconocía.

-Y.. ¿qué tal el Blake?- pregunte para acabar con el silencio que se había adueñado de nuestra mesa.

-Que pregunta la tuya- comento burlón, dejándose caer sobre la silla -. En realidad preferiría que me preguntes si me gustan los perros o cualquier cosa antes que preguntarme sobre el Blake.

-¡Oh! Lo siento- murmure -. No se me ocurrió nada para preguntar- confesé.

-Primero empecemos porque quieres pedir. Luego haremos otras preguntas- se enderezo sobre su lugar y reposo los codos sobre la mesa -. ¿Qué vas a pedir, Luna?

-Estamos en una pizzeria- señale el lugar -. Supongo que pizza- conteste con obviedad.

-Eso ya lo sabía, Luna- contesto con cierta gracia -. Me refería a que cual querías. Ya sabes, que quieres que lleve y todo lo demás.

-Suelo preferir la sencilla- confesé con timidez -. Y maíz- sonreí aun con los labios pegados.

-Bueno, yo no soy de comerlas tan sencillas- contesto jugando con la pajilla de su refresco -. Te sugiero probar nuevos sabores y salir de la cotidianidad.

-No me gustan los montes, ni las cosas esas raras que traen- dije apenada porque en realidad, nada de lo que les agregaban terminaban por gustarme -. No me gustan esos bichos raros.

-¿Bichos?- pregunto aun riendo -. Te confieso que esos bichos son muy ricos, ¡eh!

-No, gracias- negué rotundamente.

Amor Oculto,  Mattina SLWhere stories live. Discover now