Capítulo 6

3.7K 134 1
                                    

Sarah seguía observándonos desde el marco de la puerta. Mierda, ¿cómo he podido dejar que esto sucediera? Tendríamos que haber tenido más cuidado. Solo pido que no se haya enfadado conmigo y, por supuesto, que no le diga nada a mi padre. 

—Viene una tranquilamente a coger un vaso de agua y se encuentra a su hermano y a su mejor amiga besándose. — Nos mira a los dos con cara de... ¿decepción?

—Sarah, esto tiene una explicación. Te juro que no es lo que estás pensando— solo pido que me escuche y que no se enfade. Estaba dispuesta a contarle todo lo que me había pasado con Oliver desde que fui con Sarah al cine hasta el beso que ella acababa de ver en la cocina.

—¿Cómo es posible que estés saliendo con mi hermano y no me hayas dicho nada?— me mira con expresión de felicidad claramente fingida. La conocía demasiado bien para saber que esto no le parecía bien.

—¿Qué?— Oliver interviene mientras se ríe exageradamente.— No estamos saliendo juntos, tan solo era una apuesta. Allison decía que yo no me atrevería a besarla y le he demostrado que se equivocaba— se encoge de hombros aparentando normalidad.

—Eso tiene más sentido. ¿Cómo ibais a estar vosotros dos saliendo? Es imposible, sois polos opuestos y, además, no estaría bien.— Noto como si un cubo de agua helada me cayera encima. Lo que estaba diciendo Sarah me estaba doliendo un montón, pero era la verdad. Tenía que hacerme a la idea de que nunca iba a estar con Oliver, éramos muy diferentes. Pero, aún así, Oliver se ha pasado echándome a mí toda la culpa. ¿Cómo se le ha ocurrido decir que lo he retado a besarme? Se la iba a devolver, eso lo tenía claro.

—Sarah, no te preocupes. No va a volver a pasar, no sé como he podido decirle eso a tu hermano. Será mejor que olvidemos lo que acaba de ocurrir y vayamos al salón con Isaak que se ha quedado solo jugando y se estará preguntando qué es lo que estamos haciendo.

Pasamos la tarde los cuatro juntos en mi casa. Hice todo lo que estuvo en mi mano para mantener las distancias con Oliver.  El problema era que Oliver siempre acababa diciéndome algo o estando cerca de mí. Me incomodaba. Él era el típico chico que ves por la calle y no puedes dejar de mirar aún sabiendo que él nunca va a girarse para mirarte a ti. Ya estaba cansada de todo esto, estaba decidida a olvidarme de él y pondría todas mis intenciones en conseguirlo. A las siete de la tarde Sarah y Oliver ya se habían ido aunque volverían a la hora de cenar para planear la reunión de amigos de mañana para celebrar Nochevieja. 

Ahora estaba a solas con Isaak en mi habitación. Me da el famoso jersey que su abuela nos había hecho a Sarah y a mí, nos hacemos una foto y se la manda. Poco después llega mi padre, nos ayuda a montar la cama para Isaak. Es raro que mi padre me deje dormir con un chico, pero conoce a Isaak desde que era un niño y sabe que es como un hermano para mí. Una vez la cama montada, mi padre se despide de nosotros porque se va unos días fuera para ver a mis abuelos.

—Pórtate bien. No hagas fiestas, no traigas chicos a casa...—me señala con el dedo mientras dice todas esas cosas y lo interrumpo porque, como siga diciéndome todo lo que no puedo hacer mientras él no está, perderá el tren.

—Papá, ya lo sé. Lo tengo todo claro, no te preocupes por mí. Estaré bien— eso era lo que yo pensaba.

—Vale, sabes que si necesitas algo me llamas y vendría enseguida— asiento y me mira. —Te quiero— le digo que yo también y sale de casa casi corriendo para subirse en el taxi. Nos volvemos a quedar solos Isaak y yo.

—Bueno, ¿qué quieres hacer mientras vienen los demás?— Me pregunta Isaak y me mira con una cara extraña. No me di cuenta de lo que significaba hasta mucho tiempo después.

—La verdad es que me gustaría ducharme y cambiarme antes de que vengan los demás. Puedes esperarme viendo la televisión mientras tanto.

—Vale, me parece bien. No tardes mucho, por favor— me mira suplicante.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora