Lucian I

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Narra Lucian:


Catorce años antes
Margaret a los 5 años.

Daba vueltas en la habitación intentando ordenar mis pensamientos adecuadamente. Estaba cerca, estaba muy cerca de encontrarlo, de hallar a ambos y de que por fin la muerte de mi madre pudiera ser vengada, sabía que los tenía casi comiendo de mi mano, no estaba muy lejos de saber su paradero y aunque había trabajado solo, eso ya no importaba. En cuanto mi padre se enterará estaría feliz de que los haya encontrado.

Camino con sigilo sobre la alfombra colores perla de la habitación y me siento en la cama con los codos apoyados sobre mis muslos, enterrando mi rostro entre las palmas de mis manos. Al instante sentí el suave tacto de Joanne sobre mis hombros, sonreí por ello y a velocidad vampírica la senté sobre mis piernas, haciendo que sus rodillas quedarán apoyadas sobre el colchón.

—¿En qué piensas? —me preguntó. Acaricie su rostro, su piel era muy suave, como la de todos los vampiros, sin ninguna imperfección.

—En que estoy cerca de que todo acabe —Ella me mostró un pequeña sonrisa y extendió su larga cabellera pelirroja por un lado de su hombro, pasó un mano por su cuello provocándome de una manera seductora y dándome total acceso a este. La miré pidiéndole permiso para morderla y asintió con una sonrisa. Mis colmillos salieron a flote, y perforé su fina piel de forma lenta, sentí la sangre siendo absorbida con mi boca, en tanto sus gemidos resonaban en mi cabeza haciendo que solo bebiera más de ella.

Joanne era exquisita, todo en ella lo era y por eso la amaba. Había esperado mucho por encontrarla y ahora solo quería que todo esto acabase para que podamos ser felices. Limpio mis dientes con mi lengua, lamiendo también los dos huequitos perforados en su cuello. Ella sonríe y me besa, llevo el torso desnudo por lo que se le es más fácil arañarme la espalda, bajo los tirantes de su camisón besando su hombro pecoso hasta que ella queda en ropa interior, lleva una bonita lencería roja que no había visto antes.

La muevo con rapidez tirándola a la cama, entierro mi rostro en el arco de su cuello y ella muerde el lóbulo de mi oreja haciéndome gruñir, cojo sus brazos por encima de su cabeza dejándola inmóvil, con mi dedo índice recorro el medio de su abdomen pero ella no se mueve no hace movimiento alguno.

—Me alegra que te quedes quieta. —Ella niega y en un pestañeo la tengo encima de mí.

—Me gusta jugar rudo. —susurra. Y es que con Joanne las cosas siempre son así, el sexo siempre fue rápido e intenso, apasionado de una forma y loco de otra.

Cuando estoy a punto de tomarla entre mis brazos el sonido de móvil me saca de nuestro momento. Ella frunce el ceño bajándose de mis piernas y yo voy por mi celular.

—Hola. —contesto.

Los encontramos. — Mi cuerpo entero se estremece al oír la voz de uno de mis hombres. Miro a Joanne quien se mantiene echada sobre la cama, decido que es mejor salir a la alcoba.

—Mándame la dirección —Le ordeno y corto con la llamada.

Una ansiedad tremenda me invadió el pecho, me apoyo del balcón mirando las áreas verdes que nos rodean, todavía es temprano, pero no quiero esperar ni un segundo más.

Entro a la habitación y la veo, está cepillando su cabello y tiene cara de pocos amigos.

—Hasta cuando seguiremos con esto. —musita. Me acerco a ella y beso su sien.

—Quizás esto acabe más pronto de lo que teníamos pensando. —Me coloco de cuclillas para mirarla a los ojos. El rojo de sus pupilas es intenso y me da un corto beso en los labios.

Tengo Sed de Ti - IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora